El tema de la inclusión es recurrente en el Papa Francisco, da larga maduración no sólo intelectual, y no es un concepto que él ha mencionado aisladamente en sus ya más de 5 ricos años de pontificado. Durante la misa ofrecida en el Parque Bicentenario de Quito, en 2016, Francisco llamó a reconocer al otro y ayudarnos mutuamente a llevar las cargas y resaltó la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, evitando el egoísmo e incentivando la comunicación. El Papa en Quito dijo que los seres humanos no pueden tener unidad si "tenemos una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica, a costilla de los más pobres, de los más excluidos...''. Por eso la noción bipolar de exclusión-inclusión, más allá de su contenido lógico, tiene una consistencia antropológica y una irradiación o derivación social. El 8 de julio de 2015, en La Paz, Bolivia, dijo que "Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del país'', tras ser recibido por el presidente Evo Morales. Según el pontífice, "el progreso integral de un pueblo'' debiera transcurrir "sin excluir ni rechazar a nadie''. El acto de rechazar a alguien, estigmatizarlo, limitarlo en el acceso a la libertad plena y condicionarlo a no tener igualdad de oportunidades, es exclusión. 

La inclusión es en el pensamiento del Papa, una preciosa oportunidad para compartir con el excluido; es abrir espacio para su participación, y remover barreras... para que se convierta en un ciudadano activo.

En el discurso del Papa en el Palacio Nacional de la Ciudad de México, el 13 de febrero de 2016, dijo a los dirigentes de la vida social, cultural y política que a ellos "... les corresponde trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser dignos actores de su propio destino, en su familia y en todos los círculos en los que se desarrolla la sociabilidad humana, ayudándoles a un acceso efectivo a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda adecuada, trabajo digno, alimento, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz''. Es claro que esta idea es fuente que inspira su magisterio, porque son "todos los ciudadanos'' los que deben tener la oportunidad de ser "dignos actores de su propio destino''. Si esto es posible entonces la inclusión social se convierte en el derecho inherente a todo individuo. 


Para el Papa, la falta de inclusión se puede dar también en el acceso a la educación de calidad, por eso cuando el Papa era Arzobispo de Buenos Aires dijo: "¿No ha sido una práctica antiquísima de la Iglesia llevar la educación a los más olvidados?''. Y así, invitaba a los educadores cristianos a trabajar por la inclusión en la escuela. Su inspiración llega más allá, a las obras, por eso es que con el apoyo de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales co inició el proyecto de las Scholas Occurrentes. Es que a través de la Educación se pueden propiciar caminos hacia la inclusión que hagan posible una cultura del encuentro y de paz. La educación gratuita en todos sus niveles es en nuestro país, una ventaja que aún debemos aprovechar más, evitando el desgranamiento.


El fortalecer la educación inclusiva es prioritario en cualquier programa de gobierno. Si toda educación es un proceso, pues hemos de continuar ese proceso en donde pasamos de modelos de repetición a otros de creación, renovando con imaginación inclusiva, prácticas ya conocidas.



Por el Pbro. Dr. José Juan García  - Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo.