La presidenta Cristina Kirchner quiso dar una solución a la crisis presentada en el Banco Central de la República Argentina (BCRA) por el uso de las reservas internacionales, al designar como presidenta de esa entidad a la economista Mercedes Marcó del Pont, conocida por sus posturas favorables a una mayor injerencia del Gobierno en la entidad monetaria. La señal parece ser clara: el financiamiento para el Estado y para el sector privado provendrá del ahorro interno.

La designada presidenta del BCRA "en comisión", hasta que obtenga el aval del Senado, como fija la ley, propició, cuando ocupó el cargo de diputada nacional, cambios en la Carta Orgánica de la entidad. Su ideología es antimercado, aunque se desconocen sus conocimientos de la economía monetaria, requisito básico para el BCRA. El perfil de Marcó del Pont puede augurar un giro heterodoxo respecto de las políticas que impulsó desde su asunción, el ministro de Economía Amado Boudou, formado en el ambiente ultraortodoxo del CEMA y fogueado como militante por la Ucedé de los años 80 al igual que Martín Redrado. Pero dirigentes de la centroizquierda, como los diputados Claudio Lozano y Eduardo Macaluse, igual recibieron su designación con escepticismo al considerar que "no se están discutiendo las personas, sino las políticas". Este es, en verdad, el punto central. Un BCRA alienado al Gobierno, corre el riesgo de convertirse en un apéndice del Poder Ejecutivo, al servicio de un aumento exacerbado del gasto público, al igual que de políticas clientelistas y demagógicas del oficialismo de turno.

Las reservas del BCRA no pueden ser consideradas como un superávit del Poder Ejecutivo, ni tampoco ser usadas para lo que ahora se ha dado en llamar "proyectos productivos". Resulta lamentable que, los gobernadores de provincias caigan en la trampa cortoplacista del Gobierno, y no piensen con grandeza, en el futuro del país y la autonomía de la institución bancaria que tiene entre otras finalidades, la de custodiar las reservas del país y por tanto, el futuro de todos los argentinos.

La política argentina nuevamente da muestras de aguda miopía y de falta de grandeza, al pensar en el instante pero no en el tiempo; al quedarse en el momento pero no pensar en el futuro; en tratar de encontrar la salida circunstancial y no en generar un proyecto que sea artífice de esperanza segura. Los desafíos que se le presentan a Mercedes Marcó del Pont no son menores. Lo primero que deberá hacer en su nuevo cargo es mantener la inflación en niveles tolerables, es decir, en un dígito, para evitar que la ciudadanía vuelva a vivir las pesadillas inflacionarias de otros tiempos.