Así como en Mogna, en Pocito también se venera a Santa Bárbara, protectora del agro.


Las creencias sobre el clima se basan fundamentalmente sobre la larga experiencia que el chacarero, observador y sagaz, tiene sobre esta realidad. Existe una práctica muy común en nuestros departamentos rurales, en la cual se ponen de manifiesto elementos del credo católico, magizados o ritualizados, en torno a la figura de Santa Bárbara y también en San Isidro Labrador y San Vicente.


Esto es cuando se aproxima una tormenta con posibilidad de un fuerte granizo. Ante este peligro se le "prende una vela blanca a Santa Bárbara y se le reza una oración'', pidiéndole que aleje la tormenta. Conjuntamente se suele hacer "una cruz de sal sobre el callejón de la finca clavando en el medio un cuchillo para que las nubes se partan...'' También para ahuyentar las tempestades y que estas no perjudiquen las cosechas, se "hace llorar a un niño varón y se prende una vela bendita''. Cuentan los lugareños que así "la tormenta se calma por intermedio del Niño Jesús, simbolizado por el niño varón...''. Paralelamente a estas prácticas, la luna con sus respectivas fases, es vaticinadora e indicadora de sucesos vinculados con el mundo agrícola. Existe la creencia, por ejemplo, que nuestro satélite cuando tiene "unos cuernitos'' señalando hacia el norte o está rodeado de un círculo de color, existe la posibilidad de que soplen vientos, haya cambios bruscos de temperaturas o tiemble. Asimismo, en luna menguante "se aconseja sembrar ajo o cebolla, ya que si se siembran en luna creciente el ajo se da vuelta y a las cebollas se le crían canutos''. Así también el mundo de los animales está regido por las fases lunares. Es creencia que se deben "cubrir las hembras en cuarto creciente para que nazcan machos y en menguante para que nazcan hembras...''


Igualmente resulta fascinante presenciar las distintas festividades que los numerosos puestos dedicados a la cría de ganado caprino situados en 25 de Mayo, consagran a un determinado Santo. Allí, en esa zona rural donde el sol abrasador ha curtido el espíritu de sus habitantes, aflora la fe y las emociones piadosas como una manera de superar y desafiar las flaquezas que impone un paisaje riguroso. Son variadas las festividades que se realizan de acuerdo a un calendario litúrgico "sui generis". Años atrás asistí al puesto de doña Teodosia Villegas ubicado en Camarico, a la vera de la ruta 147. En este punto nos encontramos con la festividad realizada en honor a San Vicente. Allí existe una pequeña imagen de bulto, resguardada por una sencilla ermita, que todos los 22 de enero (generalmente) convoca a los puesteros de la zona. Se realiza una fiesta religiosa en la que se rezan sentidas plegarias. Esta celebración se combina con la fiesta social en la que se lucen diestros guitarreros, los cuales como broche final interpretan 12 cuecas, bailadas con gracia cuyana por distintas parejas. Estas danzas encarnan una particular rogativa a su preciado Santo para invocarle que llueva, pues el agua es un elemento vivificador e imprescindible en aquella desértica zona.

Por el Prof. Edmundo Jorge Delgado