Lo que ocurrió primero: el 26 de setiembre -un mes antes de la muerte de Kirchner y no consecuencia de eso, como apareció interpretado en algunos sitios- DIARIO DE CUYO publicó la primicia periodística del año. Estaba en análisis un plan para enmendar la Constitución y permitir una nueva reelección del gobernador. Decía la información que el proyecto estaba listo y que Gioja dudaba, especialmente porque había rechazado la idea de manera explícita y varias veces.

Lo que ocurrió después: comenzó la resistencia hacia el cartero, especialmente desde la tribuna del senador César Gioja, donde interpretaron de manera insistente que no se trataba de información sino de alguna clase de "operación". Al menos así parecieron llamarle a lo que vieron como un intento de influir en el gobernador bajo algún supuesto interés para que él tomara una decisión que de otro modo no tomaría. Dicho de otro modo: si Gioja decidió algo, no fue porque lo pensara sino porque alguien lo indujo a decidirlo.

Pese a todo, el senador aquietó las aguas turbulentas que levantó esa reacción con una gesto: aseguró el 14 de diciembre que él no está fuera del proyecto de José Luis Gioja y tanto es así que si su hermano decidiera volver a presentarse como gobernador, él lo apoyaría.

Lo que ocurrió al final: El viernes 11 de marzo, José Luis Gioja cumplió con lo que había señalado aquella primicia periodística de setiembre, incluso con el dolor de tener que contradecir aquella negativa que solía recitar. Y la reacción más cruda y visceral surgió, precisamente, de su hermano. ¿Y aquella declaración de pertenencia hecha por radio en diciembre? Bueno, también debió ser modificada por el tiempo y el consejo de empresarios y sindicalistas sin nombre, como explicó luego el senador.

Tal vez el relato cronológico sirva para comprender mejor la parábola. De cómo una relación fraternal entre hermanos derivó en un crudo enfrentamiento que llevó hasta las lágrimas al gobernador el lunes pasado.

La primera pregunta a responder es la más elemental: ¿Qué fue lo que llevó a César a reaccionar de manera tan intempestiva apenas minutos después de conocer que de ninguna manera ocurriría eso que esperaba con ansiedad y que aseguraba a quien se le pusiera enfrente: que su hermano le daría paso para sucederlo?

Razones hay muchas, pero habrá que detenerse en algunas en particular. La primera y más evidente indica que el entorno del senador no está preparado precisamente para parar la pelota, reflexionar y conducirlo por el camino más conveniente.

La misma energía que puso ese grupo operativo que aconseja al senador en convencerse de que aquello de setiembre era una operación sin siquiera presumir que se trataba de contar algo que efectivamente estaba ocurriendo, la pusieron esta vez para liberar la furia con que castigó al hermano por Twitter.

Sin digestión, sin reflexión, así, en seco. Con apelaciones políticas sorpresivas -primera vez que se manifestó públicamente en contra de la enmienda- y pasajes familiares innecesarios. Inconvenientes aún para sus propios intereses políticos y personales, nada que un buen consejo no hubiera podido evitar.

Otra razón tiene que ver con la esencia misma de la relación. Probablemente tenga razón César cuando cuenta que José Luis es peronista porque él es peronista. Que José Luis es de Racing porque él es de Racing. Ahora el asunto es establecer si eso funciona como un crédito a favor para disponer de un espacio ajeno. Al fin y al cabo, es cierto también que César se terminó asociando a lo que la gente interpretaba de su propio apellido: César es Gioja proclamó en su campaña a senador, en referencia a que él era como el hermano, el miembro de la familia a quien la gente conocía.

Con esas libertades tomadas personalmente fue César armando su aparato. Sin aval explícito de ningún tipo y aún en contra de los símbolos y las señas que no le eran favorables en los últimos tiempos. Pero él siguió armando y apelando al vínculo de hermano: decía entonces que el asunto estaba arreglado y que la sucesión se resolvía en un asado familiar. Pero los hechos y el tiempo demostraron que no estaba arreglado.

Decía también al amparo de ese supuesto secreto familiar que los primeros en subirse serán los mejor recompensados. Así fue incorporando gente que hoy, al encontrarse a la intemperie, ha comenzado a recalcular conveniencias.

La siguiente pregunta a responder es con vistas al futuro: ¿cómo sigue todo esto?, ¿concretará César su embestida política contra su hermano postulándose para enfrentarlo en la interna abierta el 14 de agosto, si es que el 8 de mayo se aprueba la consulta popular?

Para responder a esa incertidumbre habrá que hacer un sobrevuelo sobre los dos bandos. Del lado del gobernador quedaron todos los activos políticos -aciertos- del Gobierno provincial, y los pasivos -desaciertos- también lógicamente. Pero al juicio actual del ciudadano, los primeros pesan bastante más que los segundos.

También quedó claramente encolumnada el 100% de la dirigencia oficialista provincial y departamental, como demostró el acto en la sede del PJ del lunes pasado en la que el gobernador mostró sus lágrimas por el impacto de una imprevista lucha familiar. Había allí aplaudiendo en primera fila hasta algunos diputados, intendentes y dirigentes que habían dejado en otros tiempos su semillita en el surco abierto por César.

Y también operan a favor del gobernador una fuerte imagen personal, identificada con el Gobierno nacional y la persona de Cristina que también mide muy bien en la provincia. Además de la maquinaria electoral de aparato y de discurso que comenzará a funcionar desde esta semana.

Del lado de César aparece recostado el núcleo duro de su armado, un grupo de dirigentes minoritario en el PJ y de afuera de él, porque los funcionarios que lo miraban con simpatía parecen haberse esfumado.

También le queda el poder de fuego, con el que seguramente pretenderá negociar. ¿Qué es ese poder de fuego? El sólo hecho de ser hermano del gobernador lo convierte en una condición atractiva para los opositores políticos, a quienes las palabras de alternancia en el poder, minería limpia o democracia les quedan como anillo al dedo.

Con sus pasos posteriores al lanzamiento de la enmienda, ha dado el senador una muestra de cuál será su estrategia. Se instaló en Buenos Aires para hablar por los medios nacionales y aún no se decide a hablar con los medios de la provincia, lo que señala claramente que lo que busca es afirmar el desgaste de la gestión y la imagen de su hermano a nivel nacional, más que afirmarse como opción electoral en la provincia.

En ese desgaste ha incluido el senador algunos aspectos impensados: plantearse como reformista con la política minera, un claro punto de apoyo de la gestión provincial y en la que él mismo tiene intereses personales.

Música para los oídos tanto de los políticos opositores nacionales interesados en limar al Gobierno nacional como para el arco mediático interesado en encontrarle fisuras políticas a Cristina después del triunfo de Catamarca: hablan ambos de la re-re y la búsqueda de perpetuidad "bendecida por Olivos". Y le pasan la factura, si no hace falta más que escuchar al hermano para probarlo.

Con todo esto en la mesa, nuevamente a preguntar si habrá interna abierta entre hermanos en agosto.

Por el lado de César, parece difícil no que él sino que un grueso grupo de afiliados al PJ decida presentarse y poner la cara frente a José Luis encabezando una lista rival. Si fuera por el senador, las chances se amplían, pero hace falta para anotarse en agosto armar toda la boleta provincial y la de 12 departamentos como mínimo.

En cambio, mayo está más cerca, a sólo un mes y medio de distancia: allí la enmienda debe cosechar el 50% de los votos para quedar consagrado y cualquier resultado escuálido -aunque sea superando ese piso- será todo beneficio para César. Tal vez eso explique lo que hoy se ve.