Haber aceptado la misión de formar niños, jóvenes y adultos, instruir y preparar a la comunidad en principios y valores cívicos e intervenir como ciudadano en las problemáticas sociales, políticas y culturales promocionando el desarrollo y la convivencia en pro de un mejoramiento de la persona humana y su proyección laboral y productiva. y en devolución a lo que el Estado invirtió en mi preparación profesional como enseñante, pero no sin antes enaltecer a Domingo F. Sarmiento y reconocer en José Manuel Estrada la acción precursora que ennoblece al profesor, pongo en conocimiento y en análisis de todo ciudadano la situación que nos embarga y el delicado estado en que nos encontramos como resultado de haber confiado en quienes de alguna manera tienen por nuestro destino la realidad y proyección del país, por lo que se hace imprescindible una defensa a nuestra educación y su proyecto de futuro. 


Los tres Poderes por sobre los que se cimenta la estructura política de la Argentina que tiene sus fundaciones en el mismo pueblo, no han presentado a la fecha y desde hace dos décadas una planificación, como lo hace todo educador, para un proyecto a futuro de propuesta como nación. Las libertades y derechos cívicos consagrados por sendas constituciones provinciales y en conformidad a lo establecido por la Constitución Nacional, de ninguna manera pueden ser desconocidos y menos aún en tiempo de crisis.


La educación debe dar respuestas y sus respuestas son justamente las que se orientan conforme a la Ley, que nos da a todos cívicamente la condición de igualdad. Justamente considero que lo que se resiente hoy más que nunca es la educación, por ello, se hace impostergable una actitud frente a ella de protección y defensa de sus principios. 

La Educación no es únicamente la formación, la instrucción pública o el conocimiento de teorías que aportan al potencial humano. La Educación es respeto por la ley, por la persona humana y por la convivencia cívica.

La educación familiar, ciudadana y escolarizada ha sido suspendida, toda vez que se lesionan derechos que la sostienen. De esa forma y más allá de una cuestión económica, de seguridad y de salud, la anomia, anarquía y el despropósito golpea la puerta de todo habitante que no puede dimensionar hasta donde llegan los inescrupulosos argumentos políticos teñidos de intereses que realmente no son los del pueblo. 


Reclamo, una urgente revisión de contenidos planificados, un plan de acción gubernamental y un fortalecimiento de la familia como célula fundamental del País y para toda la gente. Ya no hablo de una educación ciudadana, escolar o para lograr funcionarios idóneos sino de algo crucial que sostiene nuestro ser y nuestra vida misma, el respeto por el otro y el trabajo para concretarlo. En ello nada tienen que hacer los sindicatos, las ideologías o los movimientos masificados sin orden a la vigencia misma de la Constitución. Evidentemente el enriquecimiento de un pueblo, no es el enriquecimiento de la política. La ley no debe ser interpretada en su detrimento por intereses políticos ni tendenciosos. La Ley contiene en su esencia misma el germen de la Educación y la educación no es monopolio ni del Estado, ni del poder político, ni de institución alguna. El monopolio de la educación radica en la persona humana que por su condición reclama su desarrollo. 


La educación, no puede detenerse ni ante una pandemia, ni ante la inseguridad o eclosión de la salud. No puede frenarse por cataclismos ni acontecimientos apocalípticos. Siempre debe haber un padre o una madre que le diga a su hijo que está mal o cuando se procede con el bien, un ciudadano que le diga que te aparta de le ley y cual su incumplimiento o te alientan por ser consecuente con ella o un Estado que da ejemplo de convivencia y no siembra el desconcierto, que hace por llamar al consenso y que no crea resentimiento en el pueblo. 


Cada hombre debe trabajar para ganar su pan y educarse para comprender como debe hacerlo. Esa es la esencia de la educación en la vida.

Por Mario Daniel Correa D'Amico
Profesor, filósofo y pedagogo. Analista político con doctorado y diplomatura en paradigmas.