Si nos remitimos a los números de la opinión pública, podemos decir que la minería metalífera es aún un tema sin resolver para los sanjuaninos. La mayoría sabemos que es la gran fuente de ingresos que tiene San Juan, pero el 57 por ciento está poco o nada de acuerdo con que se estimule el desarrollo de la actividad. Es decir, más de la mitad no quiere la gran minería pero, a su vez, casi todos saben que la actividad representa casi el 70 por ciento de las exportaciones que tiene San Juan, y un tercio del Producto Bruto Interno. Si a la provincia le sacamos la minería, volvemos a la provincia de Alfredo Avelín, o quizás peor, porque hemos incrementado nuestras expectativas. En términos simples, volveríamos a ser pobres después de haber sido ricos. Para colmo sin que haya pasado nada, porque en ninguno de los tres incidentes hubo daño demostrable para el medio ambiente o las personas. En un país minero como Chile, Perú, Canadá u otros, esta disociación entre lo que ocurre y la opinión pública, no ocurre. Hay mucho para celebrar en el Día de la Minería, pero también mucho para aprender aún. 


Tal vez el mayor desafío que tienen por delante el ministro de Minería, Alberto Hensel y el gobernador Sergio Uñac, es el de reafirmar la licencia social, socavada por jueces y funcionarios ignorantes y mal intencionados, que ven en la minería un blanco fácil y débil, propicio para afincar su demagogia de capitalino centralista, como el ministro de Ambiente de la Nación, Sergio Bergman, o el juez Federal Sebastián Casanello, sólo por nombrar un par.

Para que Uñac y Hensel logren ese objetivo tienen que escaparle a los extremos: no dejar de hacer minería porque es lo que nos da de comer a todos los sanjuaninos, incluso a los que no la quieren; ni convertirse en empleados de las empresas, como ya les pasó a otros gobernantes. Por ahora el 64 por ciento de la gente (según una encuesta que llegó a la redacción del diario y cuyo autor pidió reserva de identidad) aprueba lo que Uñac ha hecho tras los incidentes en Veladero, aunque el 46 por ciento de los encuestados tiene una imagen negativa de Barrick. Incluso, el mismo trabajo indica que para 6 de cada 10 sanjuaninos el desarrollo de la minería en la provincia es posible sin Barrick. Es decir, la gente le cree más a Uñac y a su gobierno que a la minera canadiense. Y hay otra ventaja a favor del pocitano: no le debe nada a los empresarios. Una ventaja que arrancó el 10 de diciembre de 2015. 


El mismo trabajo indica que las opiniones más favorables sobre la actividad están cerca de la Ciudad o el Gran San Juan, y las más negativas cerca de los emprendimientos. Los de mayor poder adquisitivo quieren con mucha fuerza la actividad, pero inmediatamente reclaman que sea con controles más estrictos que los actuales. Obviamente si la minería hubiese impactado como se dijo que iba a ocurrir hace doce o catorce años, esto sería al revés: los que viven cerca de las minas serían los mayores defensores, y los que viven más lejos, los más críticos. O no impactó lo que prometieron, o es que los incidentes han hecho su trabajo en la opinión pública, o una mezcla de ambas razones. 


El Gobierno ha puesto en Shandong Gold la esperanza de que Veladero mejore, pero hay que ver si los chinos hacen gala o no de la fama que tienen. Veremos. 


Es lamentable que la opinión pública sea tan negativa con la actividad, cuando no hubo motivos reales ni siquiera para preocuparse, pero son las cartas con las que se está jugando. El Gobierno tiene un trabajo muy grande por hacer, ya que la famosa licencia social ha caído en riesgo.