Se aproxima el fin del receso escolar y no se tiene conocimiento de decisiones gubernamentales acerca de implementar un plan para refaccionar y mejorar la infraestructura educativa en la provincia, de manera que cuando llegue el día de iniciación del ciclo lectivo de este año no se produzcan postergaciones de clases ante problemas que presentan los edificios.

Una prioridad en la agenda política lo constituye sin duda el tema educación, máxime cuando es propósito de las autoridades cumplir con el mínimo de 180 días de clases, no obstante los mayores feriados nacionales decretados a partir de 2011. Por ello, en esta época del año albañiles, pintores, plomeros y personal de mantenimiento como así también de desinfección, deberían estar en plena actividad, algo que no se observa. La inercia que todo lo detiene volverá a elevar las quejas de padres, alumnos y hasta de los propios docentes por estos problemas que son tan cotidianos, si no se actúa con celeridad.

Se pretende eficiencia y eficacia y cuando se asocian ambos términos se da una total respuesta a la ciudadanía. Quizás ya se haya planificado este tipo de acciones pero la pesada burocracia frena a la mano ejecutora que debe ser dinámica, ágil, decisiva y no esperar a último momento para resolver lo inmediato, lo prioritario y lo necesario. La excusa más frecuente será la falta de fondos, pero esto debe estar previsto en alguna parte del presupuesto. La urgencia da paso a la convergencia y lo primero es mantener el hábitat higiénico y saludable para que niños y jóvenes puedan estudiar.

Es un imperativo estructural y no ajeno a la tarea de la verdadera docencia que se efectúa desde todos los perfiles.