Mañana viviremos una fiesta ciudadana. Sí, participaremos de un hecho democrático, votar a nuestros gobernantes. Una democracia educativa tiene como eje central ser precisamente democrática. Ella enseña a "escuchar'', "oír'', y para "oír'' no se requiere la voluntad, para "escuchar'' sí. Depende de la actitud, y así, comprenderemos las razones del otro y de las nuestras. Un hecho difícil en nuestra sociedad del ruido. Lo esencial, es entender la democracia como un instrumento, un proceso personal a cada momento.


Las elecciones competitivas constituyen el rasgo distintivo de la democracia y el que nos permite distinguirla de otras formas de gobierno. Es fundamental vivirla en la escuela. La política no tiene una función mediadora, sino cabalmente formadora del proceso de constitución de la sociedad. Ella se concibe como la manera reflexiva de una forma de vida, como el medio en el que los miembros de comunidades solidarias más o menos emergentes, y de manera natural, se hacen conciencia y dan forma y desarrollo como ciudadanos.


Todo el proceso democrático, tiene un componente educativo inherente a sus valores, virtudes y aspiraciones .Pero para ser demócrata, se aprende viviendo en democracia. Es una tarea permanente de la escuela, encaminada a desarrollar una personalidad que hace del diálogo, la confrontación de ideas y acuerdos, con la participación de elementos de un proceso formativo permanente. Educar para y en la democracia es la mejor forma de resolver los conflictos que se dan en la sociedad. Se trata de una alfabetización política. Se basa específicamente en la idea de ciudadanía que participa en la construcción, cultural, moral y en el sostenimiento de la misma democracia.


Desde esta óptica, el proceso sólo puede considerarse como un medio para el desarrollo autónomo y crítico de las personas. No es una instancia formal e institucional, sino un estilo de vida legitimada por una norma, basada en el diálogo y el consenso, hoy ausente. Una educación democrática o formación ética y ciudadana, deberá presentar a los alumnos diversas perspectivas y equiparlos para deliberar como ciudadanos igualitarios, acerca de por qué y, cuándo, resulta justificado acordar el desacuerdo sobre determinada cuestión.


Es decir, una educación común para la convivencia de las personas desde la riqueza de su heterogeneidad y el desarrollo de iniciativas transformadoras a nivel educativo y social. Las claves hay que encontrarlas en pensamientos como los que expresan nuestra necesidad de convivencia. Ello nos hace más humanos, y permiten conocernos a nosotros mismos. No es en vano que la diversidad de culturas y comunidades, son fuente de riqueza, y como tal, deben entenderse desde la visión democrática. Los valores democráticos de la igualdad y libertad, así como sus referentes desde el mundo de la ética y la política, poseen elementos para la construcción a través del lenguaje y el diálogo. La educación democrática es un proceso que emana de un ideal a la vez, político y educativo. El cambio en la sociedad puede darse, si cada persona, es un ciudadano participativo y creativo desde el pequeño espacio de cada uno.


El escritor Fernando Sabater manifiesta: "No están mal formados los ciudadanos académicamente, sino mal formados cívicamente, porque muchos de ellos no pueden expresar con argumentos sólidos, sus demandas sociales. En algunas ocasiones, no saben discernir en un discurso político lo que hay de sustancial cerebral y lo que es mera hojarasca demagógica''. El cambio de la sociedad, es la fuerza dinamizadora que incentiva el perfeccionamiento de acuerdos, equilibrio, y empatía. 

Por Yolanda Quiroga
Especialista en Educación.