Hay un mapita en la encuesta publicada por este diario el domingo pasado para las elecciones del 28 de junio, que será la comidilla del día después. Eso y la liberación de aspiraciones para la sucesión de Gioja marcarán a fuego la agenda local post elecciones, de apariencia tan agitada como el carácter decisivo asumido para la cita de este año.
El primer elemento es la discriminación territorial del voto del oficialismo. Se repasó en esta columna la importancia que tiene la elección del mes que viene para las expectativas de proyección nacional de Gioja, y los datos aparecidos por la encuesta del IOPPS no lo ubican tan lejos del objetivo. Cerca de la mitad de las voluntades a poco más de un mes fue dado por bueno por los operadores de campaña, pero no es eso lo que buscan. El propio gobernador reaccionó a la difusión diciendo que firmaría urgente si se diera el resultado del relevamiento, pero tanto él como su gente saben que sólo fue diplomacia.
Primero, porque deja vivo a quien enfocaron como el rival a vencer, más por motivos del corazón que de la razón: el intendente rawsino Mauricio Ibarra. Y segundo, porque el momento les reclama al menos imitar la performance de dos años antes, cuando conquistó las tres bancas en juego. Con un condimento nacional: el PJ pone en juego en San Juan sólo dos bancas, y entonces podría ser Gioja uno de los pocos dirigentes nacionales del kirchnerismo en compensar la hemorragia que se espera en otros distritos.
De acuerdo con los números, no está lejos. Seis o siete puntos para remontar en un mes y a esperar que el segundo no se despegue demasiado del tercero. Pero siempre con una pendiente hacia arriba, con cierta mística a contagiar y un requisito a exigir: que tiren todos con fuerza del mismo carro.
Dispone para eso el oficialismo de un arma gravitante, pero pocas veces sacada del banco de suplentes: la sumatoria de todos los intendentes de la provincia, los 18 restantes luego de la deserción de Ibarra, teniendo en cuenta que el bloquista iglesiano debería estar en caja de la sociedad política con el oficialismo.
Ninguno de todos ellos dispone de un poder de fuego político que exceda al del gobernador, pero esta vez se contarán los votos de a uno y cualquier diferencia por mínima que sea puede llegar a significar un cargo. De hecho, la última vez que se eligieron diputados nacionales en San Juan, la cuenta es reveladora. La fórmula encabezada por Juan Carlos Gioja y Ruperto Godoy bordeó los 47,5%, es decir menos de lo que hoy mide la lista giojista según la encuesta del IOPPS: 49% con más del 11% de indecisos y más de un mes de campaña por delante.
Pero cómo serán de curiosas las cosas que aquella vez, ese índice le alcanzó para meter a los tres candidatos de la lista, aún perdiendo en el corte más de 30.000 votos (Cristina sacó el 57%, 170.000 votos, contra casi 140.000 de Juan Carlos). Y lo hizo porque ninguno de los segundos pudo despegarse. Colombo quedó a 4.000 votos de alcanzar la banca nacional, al bordear el 14,5% y sufrir el esmerilado de su entonces compañero de espacio basualdista Guillermo Baigorrí (12,8%) y tres fuerzas que sumadas superaron el 15%: Dignidad Ciudadana, Cruzada Renovadora y el ARI.
Cada elección es un mundo y la prueba es que, justamente, con un porcentaje similar al de dos años atrás, será hoy muy complicado que entren los tres del giojismo. Es más, si cualquiera de las dos fuerzas que luchan por el segundo lugar bordea el 20% -como hoy lo hace Ibarra-, eso obligará al oficialismo a triplicar la cifra y alcanzar el 60% para conseguir el objetivo de dar ingreso a la lista completa.
Y no será para nada lo mismo el 29 de junio en los dominios oficiales si entran dos que si entran tres. La primera diferencia, la más gravitante, serán las chances de Gioja en el terreno nacional, muy diferentes si consigue convertirse en uno de los pocos -¿el único?- el devolver a las filas oficiales K los legisladores que perderán en Bs. As., Córdoba o Santa Fe. Luego, habrá pases de facturas locales, especialmente por el armado de la lista, con ganadores y perdedores.
Por eso esta vez el gobernador convoca a todas sus fuerzas disponibles y los intendentes deberán salir a jugar un buen papel. Depende de lo que hagan es el oxígeno del que dispondrán en los dos años que les queda de mandato.
Habrá el día después una idea de quiénes son los líderes departamentales que pusieron más monedas en la alcancía del proyecto. Y aunque depende de las características de cada territorio, la gran curiosidad es lo que algún analista de café calificó como el eje del mal al trazado Este-Oeste: En Santa Lucía, Capital y Rivadavia es donde menos mide el oficialismo, en contraste con el eje Norte-Sur que es donde más recauda por la influencia de Chimbas, Albardón, Rawson y Pocito.
Puede ser la invitación más explícita o más tácita. En Buenos Aires los intendentes fueron agarrados de los pelos a traccionar en las testimoniales, aprovechando que hay elecciones a concejales y los jefes comunales deberán revestir tropa al frente de las listas. Acá no hay esas elecciones, pero igual habrá que poner el cuerpo para pelear hasta el último de los votos.
De allí surgirá cómo será la transición oficialista para el 2011. Se sabrá cuáles son los dirigentes departamentales más valiosos, los que tendrán lugar en el armado y los que serán desechados. Y exactamente el día después comenzarán los alineamientos con lo que promete ser la gran pulseada de los dos próximos años: el sector del senador César Gioja, y el de los intendentes Lima y Uñac, empeñados por encabezar la sucesión.
Con un ingrediente especial que se definirá en la noche del 28: dirán los resultados si deberán convivir con un fantasma instalado, el del rawsino Mauricio Ibarra. Si entra, será un factor a considerar, supuestamente retirado de las playas oficiales pero del mismo palo y, consecuentemente, con las mismas mañas y clientela.
Pero nada hará desviar la atención del nuevo clásico que se viene en el intestino giojista. A partir del día después, liberados de toda obligación de compostura por la proximidad de las elecciones. Ya vienen las tensiones subiendo el tono en la intimidad y no será extraño que desde el 29 de junio esas diferencias se generalicen en el escenario público.
Cada uno juega su juego. Los intendentes intentarán salir a buscar el mejor resultado por el proyecto que esperan heredar. Del lado del senador, hubo un dato curioso. Es una encuesta que hicieron circular en los últimos días sus operadores con una medición de imagen que arroja un lógico resultado generoso para el jefe y bien estrecho con su competidor. Lo más extraño es que en ese mismo trabajo figura Ibarra como ganador de la elección del 28 de junio, por encima de la fórmula oficial.
¿Será esa una expresión de voluntad de ese sector del giojismo. Y si lo es, ¿por qué? Puede que un resultado no demasiado generoso ponga en cuestión a la línea de decisiones encabezado por el propio gobernador e integrada por el intendente. Y que eso funcione como argumento en el campamento del senador.
Lo cierto es que de un lado y otro sueñan con el momento de quedar frente a frente. Y eso sucederá el 29.