Por el Dr. Mario Luna y el Prof. Fabián Núñez
Profesionales jachalleros

"Uno de los temas más críticos de la negativa gestión de gobierno radica en que no es coherente con las premisas de las acciones proclamadas...''


La frase del epígrafe la estampa de modo sugerente la prensa especializada internacional en finanzas y negocios a través de diversos medios icónicos, esto es Forbes, The Economist etc, y alude al último paquete de medidas señalado en términos de marketing político por el mismo Gobierno como el "plan alivio'', asumiendo tales medios que dicho plan obedece más a una reacción no estratégica, de urgencia y mal concebida. Más bien consiste en un correr con prontitud con un matafuego tras los múltiples focos candentes que se extienden por la afligida pradera de la economía y la circunstancia social urgente del país. Lo que le da sentido al epígrafe, entonces, es la vinculación con una lógica de lo lúdico, donde, como se sabe, prima la suerte como único modo de acertar en una combinación aritmética, y con ello ganar un premio. Transpolar desde la lógica del juego la regla del azar de un resultado posible, al ámbito de la conducción multidimensional del país, en ningún tiempo puede ni debe ser literal, sino, más que nada metafórico. En consecuencia es procedente pensar inductivamente desde lo metafórico anotando aquellas características derivadas de la modalidad efectiva del gobierno vigente al día de hoy, a fin de analizar por comparación si efectivamente tiene más de azaroso que de racional su sentido de gobierno. El paradigma racional de ideas en un gobierno es fundamental porque el voto y la posterior obligación de relegitimación de la gestión, se basan en un contrato racional compuesto de principios y de acciones programáticas consecuentes que deben ser coherentes y lógicas. Tal como enseño el constitucionalista Bidart Campos sobre lo racional y el principio de razonabilidad derivados de los arts.28 y 33 de nuestra Carta Magna, significan "...dentro de nuestro sistema constitucional, la exclusión de toda arbitrariedad o irrazonabilidad en el ejercicio de las prerrogativas de los poderes públicos''.


En primer lugar hay que afirmar que el arranque del ciclo 2015-2019, propuso un paradigma de razón que desde lo económico y social planteaba que el desarrollo estratégico de la economía iba a estar a cargo de la iniciativa privada de los factores y donde el papel del estado solo debía limitarse a garantizar el libre juego de esos vectores. El papel activo fundamental, se predijo, solo debía consistir en desburocratizar, poniéndole fin a todo régimen diferencial de impuestos, reduciendo los impuestos vigentes y garantizando que la satisfacción de las demandas de los privados sean auto sustentadas al precio "natural'' del mercado. De este modo el rol del estado se despojaría de todo sesgo asistencialista, por lo tanto, cesaría de subsidiar, y, por efecto de una derivación espontanea de la fuerza de gravitación del mercado, el financiamiento sobrevendería como un efecto natural, otorgándole fuelle al crecimiento y al desarrollo general de la sociedad. Hasta ahí el paradigma que propuso el gobierno y la sociedad en una ajustada mayoría, "compró'' en términos de una libre adhesión electoral. Pero la praxis de ese paradigma no fue el de los resultados esperados, y por el contrario, se observa un deterioro, un decrecimiento y una destrucción de empleos por la deficiente gestión de la economía con la secuela social grave que ello implica.


Uno de los temas más críticos de la negativa gestión de gobierno radica en que no es coherente con las premisas de las acciones proclamadas, por ejemplo, la deuda cuasi fiscal en términos de emisión de letras, es finalmente fiscal solapada en la forma de emisión reprimida de moneda de cara a un futuro no tan lejano. Y ese volumen enorme de pesos que materialmente constituyen deuda gubernamental con el sistema financiero se debe a un papel activo de la intervención estatal en la economía, contrariando el paradigma de estado racional no intervencionista.