La aseveración suele ser contundente e irrefutable "La salud de la población de un país es uno de pilares de su riqueza, grandeza y potencialidad como Nación''. A pesar del consenso que la frase nos genera, y a partir de la constatación fáctica que: a) Somos el país con mayor gasto de salud de Latinoamérica, 10% en términos del PBI, de los cuales un 3% representa una inversión directa del Estado. b) El ratio de inversión en salud por habitante similar a los de algunos países desarrollados con un gasto en salud del orden de U$S 700 por habitante por año. c) Los sucesivos gobiernos democráticos sin una política definida de estado, han incrementado los gastos de salud, en reconocimiento de su importancia. d) Argentina cuenta con un alto nivel de profesionalidad y cantidad de prestadores e infraestructura y equipamiento tecnológico acordes a estándares mundiales. 


Es que nos debemos a la obligación de preguntarnos que estamos haciendo mal a partir de la realidad que: a) 17.000.000 de argentinos carecen de cobertura médica estando por fuera del sistema. b) Existe un descontento generalizado entre los que están en el sistema por la falta de cobertura, mala calidad de las prestaciones y altos costos de las mismas; lo que ha generado un vocablo particular en la salud en el cual palabras tales como plus, reintegro, gerenciadora, PMO, coseguro, diferencial de plan, etc. tienen en su esencia la ineficiencia de un sistema que a la vista de los resultados en términos de estadísticas sanitarias; requiere y merece ser reestructurado. 


El desafío de esta columna trasciende el de tomar postura por alguna de las líneas que opinan sobre si el gasto de salud, debe ser tomado por el criterio economicista tendiente a medir la eficiencia del costo, o por el criterio sanitarista, más proclive a medir los resultados de una política de salud. 


Bajo la premisa de hacer propia la afirmación del economista Keneth Arrow, (Premio Nobel de Economía 1972), quien expresara que "en salud, la sola aplicación de las fuerzas de mercado hace a los enfermos y los grupos desfavorecidos, aún más enfermos y vulnerables'' y que "en salud es muy difícil distinguir entre bienes públicos y privados'', intentaré poner al alcance del lector pautas sobre el funcionamiento del sistema, sus operadores y las principales ineficiencias para que puedan formar una opinión y avanzar en pos de una solución.  


En nuestro país el sistema de salud está operado y administrado básicamente por el sistema de obras sociales, las cuales se financian a través de aportes personales y contribuciones a cargo del empleador, para el caso de empleados en relación de dependencia. 


Dentro de este universo de obras sociales se pueden distinguir las públicas, las sindicales y las privadas. El sistema en su conjunto brinda protección a unos 18.000.000 de personas, siendo las obras sociales sindicales el pilar del sistema con unos 12.500.000 de afiliados, las obras sociales de personal de Dirección 1.000.000 de afiliados, el PAMI 4.500.000 y las obras sociales por empresa el resto.