El trabajo no es sólo un medio de vida o algo que hacemos a cambio de otra cosa. El trabajo es primero y ante todo una necesidad, parte del sentido de nuestra vida, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización de cada uno. Ya decía Juan Pablo II, "hace al hombre más hombre y a la mujer, más mujer".


Ahora bien, el papa Francisco ha enviado un carta a la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en este año, en donde además de recordar la necesidad de combinar la realidad del Trabajo con el derecho a la Tierra y al Techo, propone un triple juego de "T", como respuesta integral a los actuales problemas de la realidad laboral. ¿Cuáles son? Tradición, tiempo y tecnología.


La palabra tradición viene del latín tradere; significa transmitir a otros para dar lo aprendido a las nuevas generaciones. En el campo del trabajo, necesitamos transmitir no sólo el "saber cómo" tecnológico, sino también experiencias, visiones y esperanzas. Esta dinámica intergeneracional es fundamental en este momento de la historia, cuando necesitamos combinar sabiduría con pasión por el bien de la humanidad y nuestra casa común.


En términos de tiempo, sabemos que la aceleración continua de los cambios y un ritmo de vida y trabajo más intenso, propios de nuestro siglo, no contribuyen a un desarrollo sostenible o la mejora de la calidad de vida. Debemos dejar de concebir el tiempo de manera fragmentada, como una dimensión desechable y costosa de los negocios. En realidad, el tiempo es un regalo de Dios que se recibe, y en el que podemos iniciar procesos de logros humanos. Es por eso que necesitamos tiempo para trabajar, y tiempo para descansar; tiempo para el trabajo, y tiempo para contemplar la belleza del trabajo humano y la naturaleza. Necesitamos tiempo para reducir la marcha y darnos cuenta de la importancia de estar presente en el momento, más que correr siempre hacia el siguiente momento.


En cuanto a la tecnología, de la cual recibimos tantos beneficios y oportunidades, podría obstaculizar el desarrollo sostenible cuando se asocia con un paradigma de poder, dominación y manipulación. En el contexto actual de la Cuarta Revolución Industrial, caracterizada por la tecnología digital, la robótica y la inteligencia artificial, el mundo necesita instituciones como la OIT. Es un espacio colectivo capaz de desafiar una mentalidad tóxica para la cual no importa si hay degradación social o medioambiental; para la que no importa qué o quién se usa o se descarta; para la cual no importa si existe el trabajo forzoso de niños o desempleo juvenil.


No olvidemos que el trabajo infantil en el mundo cuenta aún con 100 millones por lo menos. En Argentina está prohibido el trabajo para un menor de 16 años.


No es una sorpresa, entonces, que un joven se pregunte cómo alguien puede afirmar que está construyendo un futuro mejor sin pensar en la crisis medioambiental y los sufrimientos de los excluidos.


Una institución global como la OIT está equipada para promover, junto a la Iglesia y otras organizaciones, una mentalidad del cuidado, la inclusión y el desarrollo humano real. Por eso, debemos promover y defender el empleo inclusivo y honesto, teniendo en cuenta la conexión entre tradición, tiempo y tecnología.


Dios quiere la realización plena de la persona. En Jesús de Nazaret nos mostró las nobles manos del carpintero. Todos hemos de contribuir a generar empleo digno y decente. 

Por el Pbro. Dr. José Juan García
Vicerrector de la Universidad Católica de Cuyo.