Una mirada a las naciones desarrolladas nos hace ver las políticas públicas aplicadas para tratar de evitar la contaminación que se genera en grandes y pequeñas ciudades. Seguramente, la brecha tecnológica, la disponibilidad de nuevas herramientas para dar una solución definitiva a uno de los mayores problemas sociales de nuestro tiempo, plantean diferencias con el resto del mundo y en particular lo que ocurre en nuestro país.

El manejo y la eliminación de deshechos y efluentes implica un enorme desafío no fácil de superar, según se puede observar en una simple recorrida por diferentes lugares del territorio nacional y, lógicamente en nuestra provincia, sin olvidar el caso paradigmático de la contaminación ambiental histórica en la Argentina: la cuenca Matanza-Riachuelo.

Las políticas ambientales deben sustentarse en la consulta permanente a los expertos para que influencien en los niveles oficiales de decisión, señalando un camino seguro con economías marcadas a fin de que el esfuerzo redunde en una vida mejor, mediante la estrategia de no gastar de más ni dispersar esfuerzos. Siempre debe haber una sinergia y un espíritu convergente que nos permita mayor efectividad en menor tiempo posible. Una vía de progreso es encontrar estratégicamente los centros donde los residuos se depositen y procesen para la recuperación de materiales aprovechables y qué efectos producen en su entorno.

Las estrategias lineales nunca dan resultado pero el pensamiento lateral y los proyectos alternativos de factibilidad cierta, producto de la creatividad e innovación de los estudiosos en la materia, merecen implementarlos porque surgen de estudios que tienen continuidad más allá de las cíclicas gestiones gubernamentales. Se trata de pensar con futuro, en grandes espacios no habitados donde el impacto social se minimice a la vez que confluyan en el los residuos provenientes de diversos sectores poblacionales. Concentrar y aislar es una primera medida; pero no la única menos cuando el problema ambiental no puede tener una sola solución ya que este postulado es utópico. Los gobernantes deben insistir siempre en el tema ambiental e incluirlo como prioritario porque prestigia su imagen y marca rumbo.

El lado humano, entendido como el trabajo marginal de cartoneros, el cirujeo y aún la alimentación residual son aristas tan duras que deben ser motivo de sucesivas reflexiones.