El Gobierno de Federico Cantoni hizo transformaciones para mejorar la calidad de vida de los sanjuaninos.


Federico Cantoni transformó San Juan en su época, tanto desde el punto de vista social como económico. Al iniciar su primer gobierno, el 12 de mayo de 1923, no se encontró con un jardín del Edén o un oasis. Sabía que la industria vitivinícola se iba consolidando por el empeño puesto por los pioneros venidos en su mayoría de Europa. Pero faltaban los caminos para integrar la provincia y para abrir nuevos mercados, más allá del ferrocarril. Faltaba ampliar la red de riego, modernizar las comunicaciones, crear otras fuentes de trabajo y diversificar. Faltaba construir la infraestructura para dar paso a otra industria de gran futuro: El turismo.


¿Qué hizo Cantoni para poner en marcha su ambicioso plan de obras? Elevó el presupuesto al doble del que venía rigiendo en los gobiernos conservadores y destinó alto porcentaje a la ejecución de obras públicas. Para hacer frente a lo proyectado subió los impuestos a la uva y el vino. Y ahí Federico metió el dedo en la llaga de los sectores afectados que estaban tranquilos con el orden por ellos fijados. Mientras, recurrían a la Nación para que se haga cargo de la ejecución de obras que fue muy escasa. No se quedaron quietos, crearon la poderosa Liga de defensa de la propiedad, la industria y el comercio de San Juan, con amplio arraigo en la prensa y el gobierno de Buenos Aires.


Cantoni, compró maquinarias a una empresa privada con destino a la construcción de caminos, entre ellos, los primeros kilómetros del camino a Mendoza; de la calle Mendoza al Norte, el circuito Angaco Norte, el camino Jáchal-Rodeo, igualmente a Niquivil y Villa Mercedes; además de obras de riego; construcción del Parque de Mayo y del hospital Rawson, viveros en Chimbas y Jáchal, la azucarera de Cuyo y edificios escolares. Su hermano Aldo terminó las obras e inició otras nuevas en su gobernación.


Realizado el ligero repaso de los trabajos viales y otros es imposible no recordar la situación social que vivía San Juan, tema en el cual caló muy hondo la gestión de los gobiernos de Federico y Aldo. Ahí clavaron decididamente su rollo fundacional. Según Salvador Doncel "San Juan desde el punto de vista social"- "Los sectores bajos eran la chusma, los chinos, que siendo en su mayoría analfabetos estaban en gran medida subordinados a la influencia de los patrones".


Por su parte, Celso Rodríguez ("Lencinas y Cantoni: El populismo cuyano en tiempos de Yrigoyen") dice que "había una sociedad cuya mayoría ocupó estratos más bajos, limitada en sus posibilidades de mejoras económicas y pobre, escasamente protegidas para enfrentar enfermedades y sin ayuda oficial que controlara los abusos de los patrones". A su vez, Héctor Arias y Carmen Peñaloza de Varese ("Historia de San Juan") consideran que el "talón de Aquiles de esta importante fuerza - en alusión al partido Concentración Cívica conservador -, fue su "insensibilidad social que no le permitió ver que las condiciones ambientales estaban dadas para provocar fácilmente una gran agitación". Como puede deducirse, se trataba que los menos pudientes tuviesen igualdad de oportunidades, facilitándoles el acceso a la educación en todos los niveles, a la salud y a la vivienda. 


Cantoni sabía que faltaba legislar y armar el andamiaje jurídico constitucional para asumir semejante desafío. Sin embargo, encaró esa tarea de cubrir con hechos lo que faltaba. Las medidas que tomó, la acción y la metodología que desarrolló es el costado en el que la oposición centró sus críticas. Pero Cantoni era consciente de que cuando se está plenamente decidido a poner manos a la obra, con los discursos no basta, no se construye, al menos cuando por delante hay mucho por hacer y está el juicio de la historia. Federico murió el 22 de julio de 1956. Horacio Videla dice en su "Historia de San Juan" resumida, que Federico Cantoni acertó y se equivocó varias veces; otras tantas se rectificó, con lo que dio madurez a su espíritu", cuando la muerte lo arrebató a una provincia que aún podía esperar de él en un país descabezado de dirigentes".

Crisis que se repiten

Eran tiempos de la yerba y el azúcar comprada de a puñaditos, de los remiendos en los pantalones y zurcidos en las medias. Pantalón, camisa limpia y alpargatas, para estrenarlas el domingo, porque había que hacer durar la ropa. Había que saber ser pobre, es cierto. Y también nos dice la historia que faltaba enseñar al que presta servicios, al obrero, al peón, a vivir con la dignidad que da el trabajo, sin pretender prebendas, porque ese hombre ya sabía como ganarse el pan, pero ignoraba que también podía tener derechos que lo amparen.

Por Carlos H. Quinteros
Periodista