Portada del libro "La estrella de la redención''.


Exactamente un siglo atrás, en 1921, veía la luz en Alemania el libro "La estrella de la redención'', de un joven filósofo, Franz Rosenzweig, casi desconocido en los círculos altos de la academia alemana, aunque poco tiempo atrás hubiese ya publicado su tesis de doctorado sobre la doctrina del Estado de Hegel. En un inicio pocos apostaban por la notoriedad de esta gran obra filosófica. En sus tres partes -quizás influencia del místico número hegeliano "tres''- alzaba su voz polémica contra los filósofos, contras los teólogos y contra los tiranos. Sin embargo, con el tiempo, fue reconocida como una Kehre, un cambio total y una provocación para la filosofía, la teología y la política del nuevo siglo. "Sólo desde el Tú puedo conocer el Yo'', solía repetir este filósofo,antes que Martin Buber, quien en 1923 publicará el manifiesto de la filosofía relacional y dialógica, "Yo y tu''; y sobre todo antes de Martín Heidegger, quien en 1927 publicará "Ser y tiempo'', proclama potente de un existencialismo ontológico sin el cual no se comprenden los sucesos hermenéutico-políticos de la segunda mitad del siglo XX. 


Rosenzweig no escribía desde un cómodo escritorio de intelectual ayuno de realismo. "La Estrella'' nace escrita sobre las tarjetas postales expedidas desde el frente de batalla de los Balcanes, donde Rosenzweig comparte la divisa militar de los imperios centrales, destinados al colapso. Allí descubre la posibilidad de repensar el mundo, el hombre y Dios, en modo diverso, alternativo respecto a la obsesión totalitaria del historicismo hegeliano. Rosenzweig siguiendo al danés S. Kierkegaard, el primado del individuo sobre la Razón de Estado (cosa muy significativa y novedosa para ese momento histórico de prédica nazista), incluso también el primado del ser particular sobre el universal, de la ética sobre la metafísica, de lo diverso sobre lo uniforme, de la vida misma y tal como viene sobre la retórica del sacrificio de algunas vidas "que no valen la pena'' (execrable racismo). Alguna intuición del autor me recuerda a la expresión del papa Francisco: la Realidad es anterior a cualquier idea. La persona vale más que una idea.


Rosenzweig pone así las bases para una línea de pensamiento que será completada, cuarenta años después, por otro gran filósofo hebreo, Emmanuel Levinas, en Totalidad e infinito (1961), con su temática del "rostro del otro'' que significa un imperativo de cuidado del otro. Exhuberante en su lenguaje y desde luego en la mirada existencial, la Estrella de la Redención ha llegado a ser con el tiempo una fuente inagotable detradiciones y estímulos incluso de quienes cultivan la filosofía de inspiración cristiana, al menos es lo que muestra la casa editorial Marietti, que tuvo el coraje de una traducción integral, hecha por Gianfranco Bonola en 1985. Cuando se agotó la edición, la obra fue propuesta de nuevo en el 2005 por Vita e Pensiero, de la Universit Cattolica de Milán. 


¿Cuál es el secreto de tanta actualidad? ¿Dónde está la clave del éxito de un libro poco ameno, poco accesible al común de jóvenes? Además, la Estrella, ¿es un libro de filosofía o de teología? Las dos cosas. Podemos hablar de un libro hebreo, pero con intuiciones razonables y valores cristianos. El hecho que estudiosos de diversas líneas y creencias encuentren elementos valiosos en los que se reconocen, hace del autor un pensador vigente e inspirador. 


La sed de redención, primero personal y luego también social, es quizás el secreto de la grandeza y la actualidad de Rosenzweig.

Por Pbro. Dr. José Juan García 
Vicerrector Universidad Católica de Cuyo