Ha comenzado un nuevo ciclo lectivo, esta vez bajo el paradigma emblemático del Bicentenario Sarmientino, y un signo de nuestro tiempo: la conectividad. Eso hace que el pequeño mundo del aula se conecte directamente con las redes sociales.

Es contacto tecnológico pero también humano y ese perfil es el que debe destacarse porque el hombre forma parte de una comunidad, en este caso vinculada íntimamente a la educación, a la formación, a la orientación del individuo que convertirán en persona porque la escuela es un crisol de valores con su más preciada tradición: enseñar para mejorar.

El abismo tecnológico se está cerrando, pero la entrega de material didáctico de punta no es sólo la educación de vanguardia. Falta la formación humana que es vital para que el proceso enseñanza-aprendizaje se cumpla no solo como marca el calendario de 180 días sino como una educación que mira el futuro sin olvidar la raigambre humanística porque eso sería una abstracción.

La conectividad no debe pensarse sólo como un conjunto de instrumentos tecnológicos cuya utilización no se aprende de un día para el otro, sino que a los fines educativos concretos y posibles debe haber una actualización docente, un perfeccionamiento permanente y una capacitación del alumno que integra el sistema institucionalizado para que pueda acceder a esta herramienta de conocimiento con objetivos muy marcados destinados a crecer en el mundo informático y en el enriquecimiento cultural de quienes usan el sistema.

Estar conectados es una vía profunda y sensible de apertura hacia un mundo nuevo que nutrirá de saberes a los usuarios.

Pero simultáneamente la enseñanza raigal se nutre de libros y el papel de las bibliotecas es fundamental; se acrecienta con la lectura de diarios porque la formación de hemerotecas nunca es vana ya que da otros aspectos en la formación pedagógica y aumenta el material didáctico diario en el orbe educativo.

La tarea del docente frente a sus alumnos es imprescindible, no la reemplaza una máquina, la complementa y la moderniza.

Alumnos y maestros deben trabajar unidos para que la educación sea esa posibilidad tangible de la libertad de ideas, que abre nuevas alas a los educandos y las puertas laborales a quienes transitan por ese puente de luz que es la escuela.