El 8 de marzo es una fecha muy especial, porque este día sintetiza la reivindicación de iguales derechos sociales, políticos y humanos para las mujeres. El origen de esta conmemoración según Pilar Piñeyrúa, se pierde en la nebulosa del tiempo.

Para algunos el 8 de marzo de 1857, por primera vez las obreras de Nueva York, exigieron un mejor salario, la reducción de la jornada laboral que era agotadora y mejores condiciones de trabajo. Un grupo de obreras socialistas propuso en 1908 una celebración internacional, considerando la lucha de las mujeres del mundo.

Al parecer fue la alemana Clara Zetkin, la que propuso en "La Internacional de Mujeres Trabajadoras'' en 1910, que se estableciera la celebración de un día que recordara la lucha de ellas en todo tiempo y lugar. En marzo de 1911, en Nueva York, 140 trabajadoras murieron en un incendio a causa de la falta de seguridad en el trabajo.

La celebración pasó a integrar el cronograma oficial de las Naciones Unidas en 1977. Si bien este reconocimiento es importante y vemos que la situación de la mujer se ha ido modificando a través de muchas luchas, sin embargo en términos políticos y sociales constatamos una menor cantidad de ellas en las áreas citadas.

En algunas partes hay discriminación y desvalorización, por el solo hecho de ser mujer. El tema donde la mujer ha sido protagonista, hasta no hace mucho tiempo no solo no se planteó, sino que parecía sin sentido.

Sin embargo hoy sabemos mucho más de ellas por los diferentes estudios que se vienen realizando, a veces hay debilidades de informaciones concretas y de las circunstancias en que ellas actuaron.

Pero en los últimos años, debido al impulso feminista se empieza a investigar en archivos y documentos y llegarnos a la conclusión de que no es cierto que estuvo relegada solo al ámbito familiar. Las mujeres no fueron sombras ligeras, la historia de ellas desde hace más 30 años se pone de moda.

Primero por la reafirmación de la familia como célula fundamental y evolutiva de la sociedad y por el papel preponderante que tiene en la misma.

Quien mejor comprendió la problemática que representa el olvido fue SS Juan Pablo II, quien en su "Carta a la Mujeres'' del 29 de junio de 1995, se dirige a todas y entre otras cosas dice: "Es la hora de mirar con la voluntad de la memoria y reconociendo sinceramente la responsabilidad en la larga historia de la humanidad a la que las mujeres han contribuido no menos que los hombres, a veces en condiciones más adversas.

Aunque el tiempo haya enterrado sus huellas documentales, sin embargo se percibe el influjo benéfico de la savia vital, que conserva el ser de las generaciones, que se han sucedido hasta nosotros.''

Sorpresa grande tenemos cuando consultamos documentos de primer nivel y las encontramos, algunas tan meritorias con abnegaciones sin límites, merecedoras del bronce, verdaderas heroínas que merecen reconocimientos públicos y sin embargo olvidados. Mujeres que fueron como Antígona, quien inauguró el grito mitológico, desgarrador y visceral ante el dolor y la injusticia que sufren sus semejantes.

Una de esas mujeres que sembró en buena tierra labrantía fue Helena Larroque de Roffo, esposa del padre de la Oncología en la Argentina y fiel compañera del sabio Dr. Ángel H. Roffo, nacida en 1883. Entre sus muchas obras está la fundación de la Liga de Lucha contra el Cáncer (LALCEC) el 23 de julio de 1921, que hoy tiene numerosas filiales en el país.

Desde allí contribuyen eficazmente en la lucha contra el control del cáncer, asistiendo a los enfermos y cooperando en la obra científica, aportando no solo recursos, sino haciendo medicina preventiva.

(*) Profesora de Historia. Escritora.