La figura del recordado y querido Enrique Tapia, quien fuera presidente de la Federación Gaucha Sanjuanina, vestido con la tradicional vestimenta de gala del gaucho local.


Nuestra clara identidad argentina, el gaucho, "hombre de nobleza y de tender la mano", como lo definía Ricardo Rojas, no escapa, como todos los seres humanos, a la pandemia mundial. Y el impacto es aplastante, más aún cuando la vida del gaucho "es más estar al aire libre que en las casas", como reconoció a este periodista el presidente de la Federación Gaucha Sanjuanina, Sergio González. Pero al mismo tiempo aclara que "el gaucho en sí es muy responsable sobre las medidas que se adoptaron a nivel nacional y provincial, y por eso la labor de cada uno es cuidarse y seguir estando con su caballo, porque debemos atenderlo y alimentarlo". Hay una comunicación permanente entre "el gauchaje", llegando a coincidir todos en los deseos de salir a cabalgar lo más pronto posible. Por eso esperan que se comience a autorizar esta actividad, para que el gaucho y el caballo disfruten mutuamente. Es que, más allá de haber quedado lejos su antigua condición de trashumante, casi bohemio de las pampas argentinas y de nuestras montañas y valles, ya que la vida del gaucho ha evolucionado mucho, la naturaleza del vínculo permanece inalterable. Y a su vez, en el San Juan de hoy, el gaucho siendo ejemplo de bondad, tolerancia y grandes virtudes de anfitrión. Es una de las fulgurantes imágenes que se llevan grabadas sus pares del resto del país, y de países hermanos de la región cuando finaliza cada edición de la Cabalgata de Fe a la Difunta Correa, ya arraigada en la agenda de la Confederación Gaucha Argentina, institución que tuvo a un sanjuanino como presidente por primera vez en la historia y durante varios periodos, el apasionado gaucho Adolfo Caballero.


Por todo ello, esta pandemia, que ha acorralado a todos por igual, también obliga al gaucho a guardarse y al caballo a guarecerse por las cercanías, amparados ambos en la esperanza de reconstruir la portentosa estampa del hombre a caballo en senderos sanjuaninos. Y como no quedan gauchos errantes en ninguna parte, hay en estos días un deseo ansioso entre ellos de que el caballo "se mueva un poco, porque no es bueno que permanezca demasiado encerrado en un box o corral. Y por eso, dar una vueltita es lo que más quisiéramos ahora; obviamente con las medidas protocolares que se han dictado para esta cuarentena", reconoce González. Sin embargo, la Federación local no se ha quedado con los brazos cruzados, ya que cada sábado ofrece por un canal de televisión información e imágenes sobre el amplio calendario que se concreta ininterrumpidamente cada año, con todos los festivales y la Cabalgata. Hablan de "festivales virtuales", y en ellos se incluyen salutaciones actuales con videos de distintos gauchos. O dicho en palabras de ellos, "es una metodología adoptada para salir a flote en esta cuarentena". El lema de esta novedosa actividad es "Cuando nos volvamos a ver, que estemos todos aquí". Quizá porque, como escribió en el prefacio de su libro "Leyendas y relatos de nuestro pueblo", Marcelo Jorge Lima, otro hombre de a caballo, que cuando se viste de gaucho empilcha su corazón, "el hombre es tierra que anda", una atávica frase de pueblos originarios, que podrían hacer suya estos auténticos íconos de nuestra tradición. Con esta pandemia, el atalaya gaucho son las ventanas de su casa familiar, o la mirada lejana desde el paseo que la Secretaría de Deportes provincial ha denominado "Caminatas saludables". Pero todo pasará y volverán las cabalgatas, las famosas y las otras, porque no hay que olvidar que cuando el hombre comenzó a montar a lomo de caballo, descubrió el mundo y la historia fue diferente. El potro, percherón, corcel, bayo o cuántos nombres más que recibe, se hizo amigo del hombre y pronto comenzó a recibir elogios por su fuerza, valentía y fidelidad. Con el tiempo, y en estos confines del planeta, su jinete y maestro fue el gaucho, y ambos fijaron entre nosotros la expresión con la que comenzamos esta columna: son la más clara identidad argentina.

Por Luis Eduardo Meglioli
Periodista