Las tradiciones cristianas también fueron tomadas a través del tiempo por comunidades originarias, cuyos pesebres artesanales son de una belleza muy particular.

Entre las tradiciones navideñas, el Pesebre donde nació el Niño Dios, es una de las usanzas religiosas que prendió con más ímpetu en nuestra cultura nativa. Según la investigadora Lucía Gálvez, ya en 1585 el sacerdote jesuita, Alonso Barzana, realizó pesebres vivientes entre los indígenas del Tucumán. Además expresa que en 1594, en el maravilloso pueblito de Purmamarca, los indios "omaguacas'' realizaron, bajo la dirección del padre jesuita Gaspar de Monroy, un colorido pesebre, cuyas figuras fueron modeladas con arcilla de colores sacada de los cerros. También la especialista en costumbres argentinas, Isabel Aretz, nos brinda datos interesantes sobre el tema: "ya los primeros misioneros que trabajaron en tierras del Tucumán enseñaban tales piezas a los indios. En 1643 el obispo del Cuzco, mandó pedir a Madrid algunos villancicos, además de composiciones de los maestros de la capilla real...''.


Misiones Jesuítas


Del mismo modo resultan interesantes los datos aportados por los misioneros acerca del comportamiento de los naturales ante los pesebres. Por ejemplo el historiador Antonio Sepp, manifiesta las actitudes de los indígenas en las Misiones Jesuitas: "los indios adoraban y velaban mi Belén muy devotamente. Algunos ofrecían al Niño Jesús un panal, otros algunas mazorcas de maíz, zapallos o melones. La mujeres, particularmente las niñas, no querían quedarse atrás. Tuve que bajar al Niño Jesús del altar y colocarlo sobre el suelo para que lo pudieran besar y abrazar a sus anchas...''.


Pero indudablemente, una de las figuras señeras en promover las tradiciones navideñas y de manera particular los pesebres, fue el sacerdote franciscano San Francisco Solano, el cual misionó en la totalidad del Tucumán Antiguo. 


Tuvo la habilidad de entonar cánticos sacros, cargando a manera de laúd "una arco con una cuerda de monacordio que era de alambre y que tocaba con un palito''. Estas dotes los aprovecharon en sus quehaceres evangélicos.


"Cuenta la tradición que los indios diaguitas, juríes y tonocotés quedaban extasiados al oírlo. Gozaba entonado villancicos ante la imagen del Niño y esa alegría se trasmitía a indios, españoles, mestizos y criollos con más eficacia que muchos sermones. En sus pesebres vivientes, pequeños indiecitos eran acunados mostrando la universalidad del mensaje cristiano

Por Prof. Edmundo Jorge Delgado 
Magister en Historia