En la Mojana, Colombia a través de bancos de semillas y huertos domésticos se hace frente al cambio climático.


Por muy graves que sean las situaciones de lamento o tristeza, jamás hay que darse por vencido, al menos siempre nos ha de quedar la capacidad de soñar por otro mundo más humano, por una manera más hermosa de coexistir, pues por mucha crueldad que recibamos en nuestros andares vivientes, siempre es posible reinventar otro espacio más esperanzador, muchas veces es cuestión de reanimarse, de poner paciencia y empeño en querer levantar cabeza y volver a empezar de nuevo.


Ciertamente, hemos de ayudarnos unos a otros a mirar hacia delante, máxime en un momento en el que peligran tantas cosas buenas a nivel mundial. En ocasiones, creo que nos falta empuje, sensibilización y coraje, contra esa cultura destructiva. Ojalá aprendamos a escucharnos y a respetarnos. Es una lección que tenemos pendiente y que suelen aprovechar los falsos servidores para adoctrinarnos en su mentira.


Verdaderamente, hay mucho corazón joven enfermo, resignado y asfixiado, con mucha ansiedad, que requiere cuando menos escuchar otras vivencias; la de nuestros mayores, nuestros mejores guías. Ellos sí que pueden ayudarnos a crecer, son nuestras raíces; y, para poder echar flores y luego dar frutos, se requiere adentrarnos en nuestra propia historia existencial, sin complejos, pues son la fuerza de las cepas, las que enaltecen un linaje y glorifican los anhelos.


Desde luego, me encanta la gente que se entusiasma, que vive con toda la pasión el acontecer de los días. Se me ocurre pensar, por lo reciente de la noticia y el incremento de variedades de plantas en peligro de extinción a nivel mundial, en los bancos de semillas en Colombia, orientados en promover la acción climática, la seguridad alimentaria y el rescate del conocimiento tradicional. Bravo por esas personas de la región de La Mojana, cuyos huertos domésticos y bancos de semillas están transformando su propio entorno. Lo mismo pasa con la conservación de las aves, es también un problema global, que hemos de compartir la ciudadanía de todo el mundo, haciendo que nuestras voces y acciones se extiendan por todo el planeta, por esas rutas migratorias tan necesitadas de otro aire más puro, menos contaminante. Hoy por hoy, también nos consta que el número de aves marinas que mueren a causa de los efectos del plástico cada año es actualmente de 1 millón y que sigue creciendo. La investigación existente señala la urgencia del asunto: no sólo el 90% de las aves marinas tienen plástico en sus entrañas, sino que esta proporción alcanzará el 99% para 2050.


La reconciliación llama al corazón de los humanos. Es otra de las grandes aspiraciones pendientes. No tienen sentido las guerras. Al respecto, un nuevo informe publicado recientemente por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), dice que el hambre continua aumentando en la región de Oriente Medio y el norte de África, siendo su principal causante de esta coyuntura los enfrentamientos. Sin embargo, aquellos países que no están en conflicto, han logrado mejores resultados de seguridad alimentaria y nutrición. ¡Nunca desistamos del sueño de la concordia!

Por Víctor Corcoba Herrero
Escritor