Desde lejana edad, el hombre al ser limitado, recurrió primero a la magia para explicar ciertas cosas, con el transcurso del tiempo fue a lo esencial, lo principal, lo universal, esto implicó la elaboración de normas, principios y valores que han generado conductas no solo a observar entre los vivos, sino también con los muertos. Hay en todos los tiempos cadáveres: exhumados, robados, mutilados, embalsamados o trasladados.
Con respecto al Antiguo Egipto para tomar lo mas antiguo conocido, sabemos lo importante que era conservar los cuerpos sobre todo de los faraones y la familia real. El arte de embalsamar que Herodoto describe muy bien, nace allí con el mito de Osiris. También sabemos que algunos practicaban la necrofilia, que es una perversión, al tener relaciones sexuales entre los embalsamadores y los muertos entregados. Al conocerse esta desviación, se empezó a entregar el difunto recién cuando despedía hedor.
Para los griegos según los Poemas Homéricos, lo peor era cuando el cadáver quedaba insepulto. Al igual que para los romanos, recordar el desastre en Teotoburgo con las legiones comandada por Varo en la época de Augusto, los cadáveres insepultos llevaron al emperador a llorar y hacer penitencia, al año siguiente ir a las legiones a recoger los restos y darles sepultura.
El temor a que el muerto fuera profanado hizo que en España, doña Juana La Loca (1479 – 1555) hija de los Reyes Católicos, casada con don Felipe el Hermoso (1507), al morir éste lo embalsamara según las técnicas de la época. Durante años, Juana llevaba con ella por campos y ciudades, el cuerpo de Felipe a quien le hablaba y acariciaba. Juana terminó encerrada en Tordesillas hasta su fallecimiento.
En nuestro país, en el caso de la exhumación de los restos de Manuel Belgrano, que estuvo casi un centenar de años sepultado en el suelo del atrio del convento de Santo Domingo, hasta que en 1902, se trasladó al monumento donde hubo acciones vergonzantes pues se perdieron dos de sus dientes, que luego se restituyeron. (ver DIARIO DE CUYO, 22 de octubre de 1995)
A los restos de Juan Domingo Perón, les amputaron sus manos, parte del fémur cortado con una sierra para hacerle un examen de genética, que dio resultados negativos. También podemos citar el traslado al país de los restos de Juan Manuel de Rosas desde Inglaterra y depositados en el mausoleo de la familia Ortiz de Rosas en el cementerio de La recoleta, en el gobierno del presidente Menem.
En la época actual, Jorge Negrete acuño un neologismo, la necromanía, que es la increíble obsesión por manipular a los muertos. Sobre todo de personas importantes. El caso mas resonantes se dio en 1955 cuando el patólogo Tomas Harvey abrió el cráneo de Albert Einstein, seccionado en 240 partes, fue repartido entre científicos de todo el mundo con fines de estudio. Pero también se le extrajeron los ojos que estuvieron en una caja de seguridad en un banco de los Estados Unidos.
Los casos de los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín son los mas resonantes y actuales:
En Venezuela hay necromanía por Simón Bolívar, la ley establece que los parientes del difunto deben ser consultados, aunque Bolívar tiene descendientes, esto no se ha cumplido porque no solo no se los consultó, sino que se oponían. Chávez no se detiene ahí, también quiere exhumar los restos de los hermanos de Bolívar, si están en tumba reconocida ellos son: María Antonia, Juana Neponucema, J. Vicente y María del Carmen. La más anciana de las descendientes es Beatriz Bolívar Matos de Maldonado, de 77 años. Hay toda una cronología a tener en cuenta desde que se le hizo la autopsia hasta 2010 en que se lo exhumó para estudiar las posibles causas de su muerte y establecer el ADN.
Al morir José de San Martín, fallecido en Francia, sus restos fueron embalsamados y colocados dentro de cuatro ataúdes superpuestos, dos de ellos de plomo para proteger el cuerpo. Traídos a Buenos Aires (Ver DIARIO DE CUYO, descripción de monumento 11 de agosto de 1996) se colocó el féretro de manera inclinada por no caber en el mismo, esto ha dado motivo a comentarios como que era por un castigo masónico. Pero actualmente dice Jorge Fernández Díaz, el historiador Eduardo Lazzarí le transmitió a Claudio Negrete la información de un descabellado plan secreto para sacar el cadáver de San Martín y exhibirlo ante el público. Ocurrió durante los trabajos de restauración de la Catedral. La sorpresa fue grande para los pocos testigos, porque se hizo en el mayor secreto. No habían restos dispersos o consumidos como en casos anteriores, "’don José vestía un traje negro y su rostro era fácilmente descriptible”.
Hace poco una diputada propuso trasladar los restos del prócer, de su magnifico monumento en la Catedral Metropolitana, profanada en distintas oportunidades por agrupaciones políticas. Considero que todos los argentinos sin distinción de creencias, debemos oponernos a esta descabellada y trasnochada idea.