La calle de los enamorados en Calingasta, un ejemplo de la depredación arbórea donde un artesano local aprovechó para tallar los troncos que quedaron.


El desafío es grande pero hay que emprenderlo de inmediato. San Juan necesita de una enérgica campaña de forestación para contrarrestar la desertificación que se observa en varios puntos de la provincia y que responde a años de desidia de no haber planificado cómo hacer para que nuestra tierra se vea más verde ante tanta depredación ocurrida. El verde es necesario porque más allá de los atractivos propios de nuestros paisajes, la gente que los visita requiere combinar esa belleza natural, generalmente agreste, con lugares que ofrezcan cierta frescura y que contribuyan al esparcimiento que se puede encontrar en un bosque o en las bellas y centenarias arboledas que evidentemente han disminuido drásticamente en las últimas décadas. 


Durante mucho tiempo los departamentos cordilleranos junto a Jáchal y Valle Fértil, al igual que otros que están más cerca como Ullum y Zonda, se distinguieron por estos recursos pero es un hecho de que cada vez hay menos ejemplares sin que se observe una política de reposición o reforestación tendiente a recuperar estos oasis cordilleranos y otros predios más cercanos a la capital provincial. 


Con esto estamos señalando que el verde es sinónimo de atractivo y que el 'verde vende'' en materia de promoción de la provincia, además de contribuir a una mejora sustancial del ambiente dentro de la lucha contra el cambio climático.


Se necesita verde en varios ámbitos: Alrededor de los grandes predios destinados a espectáculos, como el de la fiesta del sol, estadio centenario, el futuro velódromo, el autódromo Villicum o en las inmediaciones de las montañas, para que la gente pueda acampar y tomar estos sitios como punto de partida de otras actividades, y en las cercanías de los lagos que se formaron a partir de la construcción de los diques de Ullum, Punta Negra, Los Caracoles, Cuesta del Viento y Los Cauquenes, y también de los autódromos de Zonda y del Villicum o de los numerosos oasis que pintaban de verde las rutas sanjuaninas. También hace falta más verde en las proximidades de atractivos turísticos como el Valle de la Luna y la Difunta Correa, San Expedito entre otros tantos lugares de convocatoria popular. 

Prédica de Sarmiento 

Desde la época de la conquista se advirtió que el territorio sanjuanino requería de la preservación de sus recursos naturales respecto de la flora y la fauna, pero fue nuestro máximo prócer Domingo Faustino Sarmiento, ferviente defensor de los árboles, quien en la segunda mitad del Siglo XIX inculcó desde los distintos cargos que ocupó la necesidad de plantar más árboles en toda la provincia. Esta consigna fue desestimada en numerosas ocasiones por un malentendido progreso que motivó masivas talas en distintas zonas, como la ocurrida últimamente sobre la Ruta Nacional Nro 20, en las inmediaciones del ingreso al Aeropuerto Domingo F. Sarmiento, en el departamento 9 de Julio, donde la Municipalidad autorizó la tala de más de diez ejemplares de eucaliptus para despejar el acceso a una estación de servicios. Todo ésto ante la escasa intervención de los organismos pertinentes del Gobierno Provincial, como la Secretaría de Estado de Ambiente y Desarrollo Sustentable que hasta la fecha no ha informado sobre qué tipo de sanción aplicó ante esta drástica medida.


Entre otros ejemplos de depredación arbórea con una fuerte incidencia en el paisaje, el ambiente y la fauna local está el estado en que quedó la popularmente conocida como 'calle de los enamorados'' en la localidad de Barreal, Calingasta. Este sitio icónico del departamento cordillerano fue devastado hace unos años en una actitud inverosímil que dejó al lugar sin uno de sus principales atractivos y que ahora desde la comuna se está tratando de recuperar con la plantación de ejemplares de sauces que demandarán años en crecer. 


En forma diametralmente opuesta a esta situación tenemos que otras provincias de Cuyo como San Luís y Mendoza han tratado con un criterio distinto el tema de la deforestación y han logrado generar espacios verdes o 'pulmones'' de oxigenación en sectores aledaños a sus principales ciudades.


 Un millón de árboles 

Una meta a alcanzar para que San Juan comience a contar con el verde que está necesitando es la de promover la plantación de un millón de árboles de distintas especies, según la zona que corresponda. Con ese número se podría comenzar a tener incidencia en el ambiente y lograr la transformación de vastas zonas que actualmente se asemejan más a un páramo que a un campo de la zona rural. 


El problema es que esta cifra está muy lejos de lo que se ha propuesto el área de forestación de la Secretaría de Ambiente y Recursos Sustentables, que prevé plantar próximamente 10.000 árboles licitados a conocidos viveros locales. 


Habrá que trabajar arduamente para acercarse a la cifra ideal con un programa que contemple una mayor producción de plantines en viveros estatales, provinciales o municipales, o en viveros particulares tanto de la provincia como fuera de ella. Hay especies como el algarrobo, el chañar, el caldén, el piquillín de las sierras, los álamos, jarillas, el molle y retamos el tala que se adaptan a zonas áridas y con escasas lluvias.


No hay que olvidar que dentro de la tarea de forestación destinada a que haya más verde en San Juan también hay que tener en cuenta que hay árboles que pueden ser plantados para ser destinados a la industria maderera. Son aquellos que posibilitan la obtención de madera para la construcción de cajones que sirven de envase para distintos productos locales. Los viveros, el INTA y los ingenieros agrónomos locales están capacitados para poner en producción las estacas que se seleccionen.


Conciencia forestal 

Para que una campaña forestal sea exitosa hay que tener en cuenta la necesidad de promover en la sociedad el desarrollo del concepto de conciencia forestal. Es lo que hace que tanto niños como adultos reconozcan en los árboles la importancia que poseen para generar una mejor calidad de vida a la gente. 


La necesidad de una cultura arbórea ha sido siempre preocupación de quienes han tenido la tarea de preservar el patrimonio forestal utilizando distintos recursos, especialmente, el de la educación. En este sentido hay que destacar la importancia que adquieren la educación, y el aporte de las escuelas agrotécnicas como el resto de instituciones educativas, a través de las cuales se deberían impartir pautas para que todos nos convirtamos en protectores de nuestros árboles. De esta forman se asegurará que haya más verde en nuestro ámbito mejorando las condiciones ambientales y paisajísticas, porque el "VERDE VENDE'' para afianzar el desarrollo turístico de la provincia. 

Por Alfredo Correa

DIARIO DE CUYO