Los últimos diez días nos han hecho vivir como si cada uno valiera por 10. De un sobresalto al otro, de una ansiedad a otra, de una pasión a otra. Luego de la firma del acuerdo crediticio con el FMI anunciado un jueves por la tarde vinieron apenas cinco días de paz. El anuncio fue oportuno y obligado porque ya se había producido en Brasil la debacle de la Bolsa, fenómeno que podía extenderse aquí aprovechando la incertidumbre que se estaba llevando cientos de millones de dólares por día. Se detuvo la devaluación de nuestra moneda, se mantuvo a raya al dólar aún después de suspendida la oferta de 5 mil millones diarios que había puesto el Banco Central. Parecía que todo se encaminaría a frenar una corrida con el precio de 25 pesos por billete americano. No fue así. Apenas 3 días hábiles de rueda que, contando el fin de semana fueron 5 corridos, para que otra vez debieran salir los bancos oficiales a vender para no engordar con más devaluación a la fiera de la inflación. Ya para el martes el gremio de Camioneros testeaba con una huelga incitando también a la CGT que, no obstante su separación política de Hugo Moyano y familia, no tardaba en cancelar la reunión prevista con el Ministerio de Trabajo para acordar distintos beneficios, entre ellos que la AFIP no cobrara el Impuesto a las Ganancias correspondiente al aguinaldo y el pago de deudas por sus deficitarias obras sociales. Por supuesto también la reapertura de paritarias. Para no ser menos que Moyano, convocó a una huelga general para el 25, la semana que viene. En el medio, tal como estaba previsto, apareció la febril discusión parlamentaria por la ley de aborto libre y gratuito que terminó ocupando la totalidad de las coberturas periodísticas y del interés general. Antes de eso, estuvimos en vilo por el acontecimiento que muchos han calificado como el más importante en lo que va del siglo en el terreno diplomático, la reunión entre en presidente de EEUU, Donald Trump, y el dictador norcoreano Kim Jong-un. No era poca cosa, se intentaba, y aparentemente se logró, desactivar nada menos que una guerra nuclear. A todo esto, mientras en España e Italia el mundo capitalista tiembla por la aparición de viejos nacionalismos y la consecuencia de sus eventuales decisiones en el internacionalismo financiero que tiene en la zona del Euro a uno de sus principales socios, en Rusia, nación aspirante a ocupar el lugar perdido luego de la debacle del comunismo, comienza el campeonato mundial de fútbol. El espectáculo califica como el que confiere mayor rédito de la que se llama "diplomacia blanda" popularizando al organizador del acontecimiento más convocante a escala global. Este deporte ha eclipsado la antigua supremacía de los Juegos Olímpicos. En la misma mañana de comienzo del partido entre los locales y Arabia Saudita, se daba media sanción a la ley de aborto con lo que se abrió debate y lucha semejantes ahora en el Senado. Como telón de fondo se conoció que Argentina, tal cual ocurriera otras veces, debió pedir adelanto de fondos del préstamo al FMI, la mitad para compensar el déficit hasta septiembre y la otra mitad para ponerlos sobre la mesa ahora no ya desde las reservas sino directamente desde el Tesoro. ¿Motivo? intentar domar el corcel verde del dólar que había superado los 28 pesos. La inflación acechando uno de los inviernos más duros de los últimos años que alienta mayores consumos de una energía que tenemos que importar a precios récord del petróleo, gas y por consecuencia electricidad, porque la principal matriz energética está basada en oro negro. No se habían agotado las ansiedades de ese jueves cuando a última hora se supo de la renuncia "voluntaria" de Federico Sturzenegger, titular del Banco Central, víctima de la situación y de sus propias acciones. Por la mañana del viernes el nuevo hombre fuerte del gobierno, el titular ahora de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, sentía la diferencia entre su anterior ocupación, hacer pronósticos periodísticos, a tomar decisiones y anunciarlas en conferencia de prensa. Su ex par, Toto Caputo, sería ahora un independiente presidente del Banco Central si es que el miércoles que viene lo aprueba el Senado.

EEUU retirará su asedio naval y Corea del Norte desarticulará su armamento nuclear.

Por la tarde, luego del cierre de operaciones, se conocía que el mero anuncio del cambio y de la llegada de fondos del FMI el próximo miércoles no bastaba, el dólar volvió a subir. Una vez más, se verificó la frase del autor de "El vizconde demediado", Ítalo Calvino: "una cosa es ser bueno y otra perder con los precios". ¿Es bueno andar a los saltos? Un amigo sostenía que sí, que es una manera de sentirse vivo "ya vas a tener tiempo de estar tranquilo en la tumba" era su expresión. Cierto es que vivimos época de grandes cambios producto de aquella predicción del economista Aldo Ferrer en su Historia de la Globalización: a medida que avance el comercio internacional veremos grandes conflictos. A esto se agrega algo que Ferrer no imaginó, la explosión de las comunicaciones que expanden noticias verdaderas y falsas a la velocidad de la luz y el nacimiento de nuevas tecnologías. Estamos como en el comienzo de una especie de nueva era industrial. Nada será igual, nada seguirá como venía, la inestabilidad será lo estable. Pero, a no desanimarse, tenemos a mano un antídoto, que es la Selección Argentina. Nuestros males se irán alejando, al menos en el sentimiento, a la misma velocidad en que lleguen sus triunfos. La fuga de nuestra moneda, el refugio en el dólar y la inflación denotan gran disgregación social, un permanente "sálvese quien pueda". La clara división por el aborto indica que hay brechas abiertas por todos lados. Es real, lo único que nos une sin distinciones es la camiseta azul y blanca. Siempre que ganemos. Los muchachos tienen que abordar imprevistamente una tarea patriótica.