El avance del autoritarismo persigue el cercenamiento de las libertades públicas. Por lo que es necesario ejercicio de república y respeto hacia la Constitución Nacional.


"Un caballo decidió vengarse de cierto venado que lo había ofendido y emprendió la persecución de su enemigo. Pronto se dio cuenta de que solo no podría alcanzarlo y, entonces, pidió ayuda a un cazador. El cazador accedió, pero le dijo: 'Si deseas dar caza al ciervo debes permitirme colocarte este hierro entre las mandíbulas, para poderte guiar con estas riendas, y dejar que te coloque esta silla sobre el lomo para poderte cabalgar estable mientras perseguimos al enemigo'. El caballo accedió a las condiciones y el cazador se apresuró a ensillarlo y embridarlo. Luego, con la ayuda del cazador, el caballo no tardó en vencer al ciervo. Entonces le dijo al cazador: 'Ahora apéate de mí y quítame esos arreos del hocico y el lomo'. 'No tan rápido, amigo -respondió el cazador- ahora te tengo tomado por la brida y las espuelas y prefiero quedarme contigo como regalo'".


Esta fábula de Esopo se llama "El caballo, el ciervo y el cazador". Con esta narración comienzan Steven Levitzki y Daniel Zivlat su libro "Cómo mueren las democracias". A su lectura acudí en su momento y hoy vuelvo a hacerlo, frente a las explosivas declaraciones del Dr. Eduardo Duhalde, sobre que "el año que viene no habrá elecciones y que un golpe de estado, en un país golpista como el nuestro, no estaría alejado de la realidad", dijo. Duhalde se ha desdicho, como que se le "va la lengua", y ha minimizado el volumen de sus palabras.


Como se ha sostenido repetidamente, creo que realmente no hay ambiente hoy en la Argentina, para un golpe de estado. Lo que sí creo, es que a la democracia la estamos vapuleando lentamente y poniéndola en crisis, fuera de la consideración de la posibilidad de un golpe.


¿Cómo describen los autores de aquel libro que una democracia se pone en peligro?


La fábula de Esopo significa que a lomo de una causa, se suben los que están dispuestos a abortar los resortes de la democracia, y una vez arriba (del caballo) y vencido el ciervo (elecciones), ya no se quieren ir más y toman el poder como algo que les pertenece. Luego, se sienten con derecho a hacer lo que les plazca.


El libro ofrece elementos comparativos sobre la evolución de los sistemas democráticos ante el avance del populismo. "La aparición de distintos ejemplos de populismo en diferentes partes del mundo ha hecho salir a la luz una pregunta que nadie se planteaba unos años atrás: ¿están nuestras democracias en peligro?".


Los autores creen que la respuesta a esta pregunta es que sí. Porque la democracia no sólo termina con un golpe militar o una revolución, sino que su fin se va incubando de a poco: el lento y progresivo debilitamiento de las instituciones esenciales establecidas en la Constitución, el Congreso, el sistema jurídico o la prensa, y la erosión global de las normas políticas tradicionales.


El avance del autoritarismo persigue el cercenamiento de las libertades públicas. Describen cómo Benito Mussolini llegó al poder, marcha sobre Roma mediante, hasta que consiguió que el rey lo invitara a ser parte del gobierno. Ya tenía el caballo tomado de las bridas y produjo lo que la historia describe sobre el fascismo. Adolf Hitler, en la cárcel, se prometió llegar al poder por elecciones y lo hizo. Después, fue el Hitler que conoció el mundo.


La analogía entre Mussolini y Hitler, como de otros líderes europeos y latinoamericanos, son exponentes de esas alianzas fatídicas, que lleva a los autoritarios al poder, al lomo de las necesidades de la gente y de la ignorancia de quienes le dan la derecha, porque creen que van a tranquilizar las masas.


El descontento del público y el declive de su poder hace que aún los políticos más avezados pierden el juicio frente a líderes carismáticos y populares, a quienes subestiman y después deben soportar su inesperado poder. ¿Algo de eso puede estar pasando hoy? Es la pregunta que el ciudadano debe hacerse.


La salida es obvia, pero ardua: más institucionalismo, más libertad, más respeto por los derechos, por la propiedad privada. Más república. En definitiva, no desmantelar ni manosear nuestra Constitución Nacional, donde están contenidos todos nuestros derechos y obligaciones, que son sagrados.

Por Orlando Navarro
Periodista