El miércoles 15 de enero último participé en la Iglesia de Santo Domingo de una misa en recuerdo y homenaje a las víctimas del terremoto que asoló San Juan en 1944. No se conoce exactamente cuántos fueron los muertos, pero se calcula alrededor de 8.000 personas. La ceremonia fue muy emotiva, dado que entre estas víctimas se encuentran parientes y antepasados de muchos de los que estábamos presentes y porque ese terremoto fue la tragedia natural más importante en la historia de nuestra provincia.

El motivo de esta nota es manifestar que creo necesario se realice un segundo homenaje, paralelo al anterior, a todos los científicos y tecnólogos que, después de ese trágico episodio de 1944, se abocaron a la titánica tarea de investigar las causas de los terremotos, sus consecuencias sobre las estructuras, y la forma de construirlas para que fueran sismorresistentes.

La justificación para mi planteo del segundo homenaje es que gracias a los resultados de esas investigaciones se pudieron confeccionar, sobre base científica, las regulaciones constructivas que rigen en la actualidad y, debido al riguroso cumplimiento de las mismas, el terremoto de Caucete en 1977 con un grado de intensidad parecido al de 1944, provocó muy pocas víctimas personales y daños materiales, que siempre son lamentables, pero que muestran un significativo avance en lo referente a la seguridad de las personas.

Muchas veces me preguntan: ¿para qué sirven la ciencia y la tecnología? ¿Por qué el Estado debe destinar fondos, naturalmente escasos, para sostener y perfeccionar esas actividades? El ejemplo anterior me alivia de buscar respuestas demasiado complicadas. Las actividades de investigación científica y tecnológica son importantes, y deben ser apoyadas enfáticamente porque, entre otras cosas han demostrado, con el terremoto de 1977, que pueden salvar muchas vidas humanas (siempre con la ayuda de Dios), cuando los resultados de esas investigaciones son tomados por el Estado para elaborar regulaciones, en este caso, para la construcción antisísmica. Valga acá una reflexión: como diría el científico argentino Marcelino Cereijido, el Estado no sólo debe apoyar a la actividad científica y tecnológica, sino que también debe apoyarse en los resultados de esa actividad, a la hora de legislar y tomar decisiones regulatorias como las mencionadas.

Para finalizar, traté de recordar o buscar antecedentes sobre todos los investigadores sanjuaninos en este tema, para poder personificar en ellos lo que mencioné anteriormente como "’segundo homenaje”. Pero me encontré con que son demasiados y que, además, tuvieron muchos colaboradores técnicos y administrativos también dignos del recuerdo agradecido de todos nosotros.

Por eso, para evitar ser injusto, opino que deberíamos centrar este segundo homenaje en dos instituciones señeras en nuestra Provincia: la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) y el Instituto Nacional de Previsión Sísmica (Inpres). La Universidad, que albergó en su seno a muchos de los investigadores que sentaron las bases de los estudios sismológicos locales y a los profesores que formaron sucesivas camadas de profesionales expertos en el tema, que luego fueron los miembros fundadores y el personal calificado con que se iniciaron organismos como el "’Instituto Geofísico y Sismológico Ing. Fernando Volponi” y el "’Instituto de Investigaciones Antisísmicas Ing. Aldo Bruschi”; el primero a cargo de investigar los sismos en sí mismos y el segundo responsable de estudiar el efecto sísmico sobre las construcciones para definir pautas de anti sismicidad.

En cuanto al Inpres, organismo nacional con sede en San Juan, conformado también por muchos profesores, investigadores y egresados de la UNSJ, responsable de medir la localización y la magnitud de los sismos en todo el país y de definir pautas que posibilitan elaborar las normas de construcciones sismorresistentes. Ambas instituciones han realizado, y lo siguen haciendo, aportes científicos y tecnológicos relevantes para la seguridad frente a sismos, no sólo de los sanjuaninos, sino de la humanidad, ya que muchos de los trabajos de sus investigadores tienen relevancia internacional y hacen que San Juan aparezca como un punto de referencia importante en la materia; por eso son merecedoras de un reconocimiento, que sirva de estímulo para que se continúe en la buena senda de encontrar formas que nos permitan enfrentar de mejor manera el riesgo sísmico.

También es importante este reconocimiento, porque en esas instituciones se refleja un rasgo importante de la personalidad de los sanjuaninos, que habría que potenciar al máximo posible: frente a una catástrofe como la de 1944, primero lamentamos y sufrimos; pero luego nos reponemos y ponemos todo nuestro esfuerzo, imaginación e inteligencia para buscar soluciones que nos permitan enfrentar mejor futuros problemas similares.

(*) Secretario de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación de San Juan.