Podemos considerar a la Argentina como el país líder en la cantidad de impuestos que sus ciudadanos deben soportar y la gran mayoría de ellos fueron creados con la excusa de poder tener “Justicia Social”. Aproximadamente son entre 140 y 170 tributos en todos los niveles del Estado. También, al hablar de la presión impositiva, muchos economistas aseguran que los valores están entre los más altos del planeta.

Argentina tiene los peores impuestos del mundo
Hay al menos tres impuestos que generan un rechazo total: impuesto sobre los Ingresos Brutos, Derechos de Exportación e Impuesto sobre Débitos y Créditos bancarios.

El impuesto sobre los Ingresos Brutos es el peor gravamen a nivel provincial. Por lo general, alcanza a todas las actividades y en todos los eslabones de la cadena de producción y comercialización.

Su uso es generalizado en todas las provincias del país y, con la última reforma (el Consenso Fiscal), los gobernadores tienen vía libre para incrementar las alícuotas a gusto.

Este impuesto al consumo no se encuentra en otra parte del planeta y, para desgracia de los contribuyentes que lo seguirán sufriendo, es el gravamen que genera más ingresos en todas las jurisdicciones.

Hay que repensar el sistema tributario para que sea más simple y progresivo, alentando la inversión y la creación de riquezas.

Historia de los Ingresos Brutos
El impuesto sobre los Ingresos Brutos fue creado en el año 1977 y puesto en ejecución de inmediato en todas las provincias. En 1993, tan sólo 16 años después, se firmó el Primer Pacto Fiscal, donde las provincias se comprometían frente al gobierno nacional a eliminar este impuesto. El pacto nunca llegó a aplicarse. Su propósito expreso era que, al menos en algunas actividades, Ingresos Brutos quedara sin efectos a mediados de 1995. Pero en el medio, el “efecto tequila” obligó a postergar la decisión de manera indefinida.

En el 2017, bajo la presidencia de Mauricio Macri, llegó la firma del segundo pacto fiscal, donde las provincias acordaron una disminución del impuesto a la largo de cinco años hasta llegar a la eliminación del impuesto en muchas actividades primarias e intermedias. Lamentablemente, en 2019, tras la asunción del peronista, Alberto Fernández, se suspendió el Pacto Fiscal, luego se derogó.

Los profesionales de la economía, coinciden sobre este tributo, que es un mal impuesto. Es, sin duda alguna, el más destructivo de los impuestos.

* Es regresivo: pues el último eslabón de la cadena soporta el impuesto sin considerar su capacidad contributiva. Es decir que el consumidor final del bien o servicio es quien paga el impuesto total. Esto impacta regresivamente y de mayor medida en las familias de menores recursos, quienes tienen muy baja o nula capacidad de ahorro, por lo que el 100% de su ingreso se destina al consumo, donde les impacta el gravamen.

* Es acumulativo: afecta a toda la cadena de producción y servicios por el efecto de su traslado. El impuesto se paga en cada eslabón de la cadena de producción y, por lo tanto, su peso aumenta cuanto más larga es la cadena de valor.

Este efecto acumulativo genera que el impuesto se vaya agregando al costo de una etapa y se incluya en la base imponible para calcular el impuesto en la próxima etapa, es decir que se paga impuesto sobre impuesto. Este mecanismo incentivo a la integración vertical, es decir que una misma empresa se ocupe de la mayor parte de las etapas productivas de la cadena de producción para evitar el costo acumulado del tributo y lograr reducir el costo final del producto, afectando principalmente a las pequeñas empresas que intervienen en las etapas intermedias.

* Es indirecto: es decir, quien lo liquida no es quien lo paga, sino que lo traslada al precio y lo termina soportando el consumidor final.

Hay que repensar el sistema tributario para que sea más simple y progresivo, alentando la inversión y la creación de riquezas, se vuelve urgente en nuestra provincia la eliminación del “brutal” impuesto denominado Ingresos Brutos.

Por Jorge Reinoso Rivera
Periodista