Al menos 45 personas, entre ellas ocho policías y un bombero, resultaron heridas ayer tras producirse una explosión en una gasolinera del este de Roma. Fueron dos detonaciones. La segunda fue la peor ya que explotó parte de una distribuidora de gasolina, diésel y gas licuado de petróleo (GLP) del barrio de Prenestino que se oyó en toda la capital italiana.
El Papa en el Vaticano, a pocos kilómetros, se alarmó y lanzó un mensaje de apoyo a las víctimas. “Roma es mi diócesis”, recordó León XIV.
“Yo abrí la ventana de mi departamento y vi cuantos vidrios de las ventanas caían como una lluvia. El aire mi tiró para atrás, ví el humo amarillo que estaba llegando y rompía más ventanas”. Filippo, de 20 años, primero de tres hermanos gritó de miedo. Su madre y su hermana también. Querían salir pero en los pasillos y las escaleras había vidrios por todos lados. Vieron a un hombre que trataba de huir todo ensangrentado.
Así empezó la tragedia a las 7 de la mañana, cuando sucesivamente explotaron parte de las instalaciones y una parte del gas líquido GPL en una vecina estación de servicio. Rápidamente el escenario se fue agravando. Tras la primera explosión, causada en la estación GPL por un camión que chocó con unos tubos, comenzaron a llegar ambulancias, policías y carabineros que recibieron en pleno la segunda explosión.
Dieciocho fueron internados en varios hospitales romanos. Hay otros catorce heridos más. En total, eran al menos 45. Dos, uno de ellos el responsable de la estación de servicio, son los que están más graves, en código rojo. Las explosiones fueron tan fuertes que hicieron volar detritos, vidrios y cuanto podía moverse, aumentando los peligros de más heridos. En la zona se inició una desesperada búsqueda. En primer lugar en varias piscinas que estaban por abrir, en campamentos de verano de chicos. Mientras policías, carabineros cerraban los accesos a la zona más peligrosa vecina al lugar de las explosiones.