No hay duda de que estas flores llaman mucho la atención por sus vivos colores. Ponen la nota decorativa en cualquier sitio, una maceta, en tu espacio exterior o balcón. Sus requerimientos son pocos y por ello disfrutas viéndola crecer esplendorosa. No importa si tu experiencia en jardinería es escasa. La siempreviva es una planta muy agradecida que no requiere cuidados complejos, de fácil cultivo y además, hace gala de una belleza especial gracias a sus despampanantes flores. Por eso, si no tienes mucho tiempo para dedicarle, es una planta adecuada para ti. Se trata de una herbácea anual o bianual (solamente dura una o dos temporadas), (Helichrysum bracteatum), originaria de Australia y de tamaño medio (alcanza una altura de unos 50 cm).

La siempreviva recibe también el nombre de “flor de papel” o “flor de paja”. Esto es debido a que los pétalos de sus flores son rígidos, dando la sensación de que están secos aunque la flor no esté cortada.

En cuanto a la forma, las flores de la siempreviva se parecen a las margaritas, y las puedes encontrar de muchos colores, todos bellos, desde el blanco hasta el rojo oscuro pasando por el amarillo, naranja, rosa, fucsia o morado. La floración es larga. Comienza a inicios del verano y dura hasta el otoño.

Un consejo: para fomentar la producción de flores, elimina con frecuencia las que se van marchitando y así podrán surgir otras flores nuevas.

> Los ramos más bellos
Una particularidad de estas flores es lo mucho que duran sus flores una vez cortadas, lo que te permitirá crear ramos muy especiales. Además, se trata de flores que pueden secarse con relativa facilidad y que conservan perfectamente los colores y la forma. Para secarlas solo tienes que buscar un lugar tranquilo y, a ser posible, donde no haya mucha luz, hacer un ramillete con ellas y colgarlo del tallo, de forma que quede boca abajo.

> Un emplazamiento adecuado
Una de las atenciones importantes que debes darle a la siempreviva tiene que ver con su ubicación en el jardín. Es importante que la plantes en un rincón a pleno sol, sin tener en cuenta el calor excesivo, ya que no le molestan las altas temperaturas. Es en entornos soleados donde la floración de esta planta es más espectacular. Por el contrario, no soporta las heladas. Si al llegar el invierno las temperaturas bajan mucho, posiblemente la siempreviva morirá. Una buena opción es utilizarla en el jardín para hacer borduras, arriates de flores o para ponerla en rocallas.

Un consejo: a la hora de plantarlas deja espacio suficiente entre ellas, ya que necesita una buena circulación de aire para evitar la aparición de moho.

> El sustrato que necesita
No es demasiado exigente para el suelo, con la excepción de que debe estar siempre bien drenado. Si vas a cultivar esta planta en maceta, lo mejor es colocar en el fondo unas piedras para evitar la retención de agua y, con ello, que las raíces se pudran. Elige un sustrato compuesto de una mezcla de un 25% de tierra, un 25% de turba y un 50% de un material poroso como la perlita o la vermiculita para facilitar un buen drenaje.

> El riego
Para que la siempreviva se mantenga en plena forma, el riego ha de ser moderado y regular. Incluso cuando el calor aprieta no debe superar los dos o tres riegos semanales. En invierno tendrás que espaciar aún más los aportes de agua. Vigila el sustrato y riega cuando se haya secado. Ten en cuenta que esta planta necesita un buen drenaje, ya que no tolera los encharcamientos que podrían provocar que las raíces se pudran.

Un consejo: procura no mojar las hojas al regarla. Si cae la tarde y las ramas y hojas están mojadas se corre el riesgo de que aparezcan hongos.

> Un aporte de energía
Es importante abonarla durante la época de floración, utilizando un fertilizante líquido para plantas de flor rico en potasio y fósforo. Se aplica disuelto en el agua de riego una vez al mes, siguiendo las instrucciones para calcular la dosis. Es importante que no te excedas en la cantidad de abono, ya que eso podría perjudicar a tu planta.

> ¿Cómo multiplicar la siempreviva?
La mejor manera de obtener nuevas plantas es hacerlo a partir de semillas. Para ello, cuando esté llegando al final de la temporada, deja algunas flores en la planta hasta que se seque el centro y produzca las semillas. Guárdalas y siémbralas directamente en el suelo del jardín una vez haya pasado el invierno y ya no haya riesgo de que se produzcan heladas. El procedimiento es muy sencillo: coloca las semillas en la tierra, sin enterrarlas, ya que necesitan luz para germinar. Deja unos 30 cm de espacio entre ellas, y riégalas. En un período de 10 a 20 días habrán germinado.

> ¡Mucho ojo con el mildiu!
Es una planta muy resistente que no se suele ver afectada por las plagas, a excepción del pulgón, sobre todo en los brotes tiernos y jóvenes. De hecho, esta planta suele atraer más a las mariposas y otros insectos polinizadores. Sin embargo, sí debes tener cuidado con algunas enfermedades provocadas por hongos, en especial con el mildiu. Lo podrás detectar porque deja unas manchas amarillentas en las hojas, así como una pelusilla blanca en el envés. Una vez lo hayas detectado conviene solucionarlo cuanto antes con un fungicida adecuado.