- ESPECIAL DIA DEL NIÑO
No hay papá o mamá en el mundo que no haya escuchado la frase “estoy aburrido, ¿Qué puedo hacer?”. Lamentablemente en estos tiempos la respuesta inmediata suele ser la entrega de un celular u otra pantalla que “los entretenga”. Claro está que no es lo mejor para el niño. Este es el motivo por el cual muchos psicólogos hablan en la actualidad de cómo gestionar esta emoción, la importancia que tiene para despertar la creatividad y colaborar en el desarrollo de los chicos. En otras palabras entender el aburrimiento como una señal natural que invita a explorar e inventar. Silvana Bellotti, destacada psicóloga sanjuanina, magister en Minoridad y Familia, escritora y docente, responde a todos los cuestionamientos que surgen alrededor del “no sé qué hacer”, de los chicos y brinda las herramientas para poder gestionar este estado emocional.
– ¿De qué hablan los chicos cuando dicen que están aburridos?
El aburrimiento es un estado emocional y cognitivo que aparece cuando una persona está ante una situación que no le resulta estimulante o interesante. En el lenguaje común decimos que estamos sin interés en algo; según la RAE (Real Academia Española), lo define como cansarse del descanso o de la falta de diversión, como así también sentir fastidio por algo que no interesa. En psicología se habla de una experiencia afectiva desagradable con la característica que las personas perciben que el tiempo pasa muy lentamente con la insatisfacción de no encontrar algo atractivo que coincida con las motivaciones. En otras palabras el aburrimiento no solo es no tener nada que hacer sino sentir que lo que se hace carece de sentido o conexión con uno mismo.
– ¿Qué función cumple?
El aburrimiento se ve como algo incómodo y negativo pero hay que entender que toda emoción tiene una función adaptativa, en este caso es una alarma emocional que invita al ser humano a que explore, busque nuevas ideas, soluciones, juegos, momentos de creatividad. También nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos porque cuando no hay estímulos externos para entretenernos podemos escuchar nuestros pensamientos, deseos y emociones internas. Otra función adaptativa muy importante es que nos ayuda a desarrollar la tolerancia y la paciencia porque aprender a habitar el aburrimiento sin salir de él de inmediato ayuda a la regulación emocional. No hay que verlo como un enemigo sino como un mensajero que nos avisa que nuestro presente necesita creatividad, conexión o movimiento.
-¿Cómo deben reaccionar los papás o protectores cuando un niño dice que está aburrido?
Creo que los adultos tenemos miedo cuando un chico dice “estoy aburrido”, e inmediatamente queremos sacarlo de ese estado. Es así, tanto para papás, docentes e incluso terapeutas, y pensamos que hay que hacer algo para que no se aburra, pero la reacción más saludable es primero escuchar al niño sin entrar en el modo salvador inmediato. Tenemos que evitar responder enseguida con listas de actividades para entretenerlo, reconocer lo que siente. Le podemos decir “veo que no encontrás nada que hacer ahora, parece que no te entusiasma lo que estabas haciendo”. Así, escucharlo y validar el aburrimiento como algo normal, que es una emoción común y no es mala, sino que tiene funciones bonitas como las que mencioné antes. Le podemos decir que es una buena oportunidad para inventar algo nuevo. Yo le digo a los chicos que los grandes genios de la historias han creado cosas en momentos de aburrimiento. Otro paso es devolverle el protagonismo al niño e invitarlo a que piense opciones con lo que tiene a mano o inventar algo, ayudarlo a conseguir una autonomía que resuelva su aburrimiento. Como adultos podemos colaborar dando materiales o recursos como lápices, papeles, bloques, música, elementos de la naturaleza, y no sobrecargarlo con actividades que elijamos nosotros. Hay que dejarle espacio para el juego libre y la creatividad.
También podemos aprovechar para regular esta emoción, mostrarle al niño que se puede transitar el aburrimiento sin ir directamente a las pantallas o estímulos rápidos, animarse a estar un ratito con esa sensación para ver que surge. La mamá, el papá, el mundo adulto tiene que entender que el aburrimiento es un terreno fértil para la creatividad.
– ¿Qué pasa en el chico si esa mamá, o ese papá, solo le entrega una pantalla para que no se aburra?
!Cuidado con eso¡ porque lo que se da es un golpe de dopamina o un chute de dopamina como se le llama, ya que este es un neurotransmisor que está en el cerebro que se libera cuando vivimos algo que percibimos como gratificante o motivador, es parte del sistema de recompensas del cerebro que nos impulsa a repetir conductas que nos dan placer. Cuando un niño mira videos, juega con videojuegos, recibe estímulos visuales, auditivos y emocionales muy intensos en poco tiempo, lo que produce una liberación de dopamina y el cerebro interpreta ese estímulo como algo muy valioso y va a querer repetirlo. ¿Cuál es el problema? Que el cerebro del niño y el adolescente está en desarrollo, especialmente el área de la corteza prefrontal que es la que controla los impulsos y toma decisiones. También el sistema límbico está en desarrollo. Entonces si se usan muchos las pantallas los chicos se acostumbran a recibir dopamina en grandes dosis, por lo que cada vez necesitan más intensidad o tiempo de pantallas para sentir el mismo nivel de placer. Esto se llama tolerancia, que es un mecanismo similar al que ocurre con ciertas adicciones.
A largo plazo el niño va a tener menos interés por actividades lentas como leer, dibujar, construir algo al aire libre porque le parecerá aburrido en comparación al bombardeo de los estímulos de la pantalla. Hay un patrón de evitación emocional cuando aparece el aburrimiento, la tristeza o la ansiedad, el cerebro le pide pantalla para sentirse bien rápido. Su uso excesivo reduce la capacidad de tener ideas propias, por eso es que luego tenemos chicos con problemas de ansiedad o depresión porque no se pueden conectar con sus propias emociones.
Es la dopamina lenta y sostenida la que da paz, tranquilidad, permite leer, jugar libremente, explorar, da paciencia al niño. El riesgo actual es que el aburrimiento siempre sea apagado con pantallas que no permiten crear estrategias internas para poder gestionarlo.
-Algunos chicos plantean que también se aburren en la escuela. ¿Qué se hace en estos casos?
Hay chicos que usan tanto la tecnología en tiempo desmedido que las actividades escolares no le generan dopamina rápida y eso los lleva a aburrirse. A muchos chicos de primero y segundo grado no les importa aprender a leer o a sumar porque quieren tecnología. En ese caso hay que trabajar mucho con los papás para que regulen su uso porque los chicos no prestan interés ya que la tecnología también afecta el sistema tensional. En las escuelas hay muchas dificultades con el aprendizaje más tradicional. ¿Qué hacemos cuando un chico dice que se aburre en la escuela? Primero debemos validar la emoción, que no quiere decir justificar. Desde el dialogo debemos ayudar al niño con lo que le pasa. Tenemos que preguntar para comprender qué es lo que lo aburre y verlo como un desafío para que él mismo pueda encontrar la solución. Mostrar que no todo es divertido al instante pero cada cosa tiene un propósito, decirle que aunque un conocimiento no parezca interesante ahora, le puede servir después. Le podemos decir que en la escuela haga preguntas, que ponga ejemplos, que relacione, fomentarle la participación. De ese modo enseñamos que desde la sensación de aburrimiento pueden surgir nuevas formas de ver o hacer las cosas.
-Por otra parte los chicos tienen una agenda de actividades cada vez más cargada, ¿eso es bueno?
Se ha comprobado que a largo plazo no es tan saludable que los chicos tengan una agenda repleta porque el tiempo libre es muy importante para el desarrollo de su ser. Esto es así porque en ese tiempo procesamos lo vivido, y el cerebro infantil necesita calma para asimilar aprendizaje, emociones y experiencias. Sin esas pausas la información en el niño se acumula sin consolidarse y comienza un estado ansioso. El tiempo libre aumenta la creatividad siempre que no sea con pantallas sino en actividades creativas, sirve para gestionar la espera, el aburrimiento, para que se autoconozca más. Y algo muy importante es la prevención del estrés infantil.
– ¿Qué implica que un niño esté estresado?
Una agenda cargada puede generar en el niño fatiga, irritabilidad, pérdida de motivación, incluso en actividades que antes disfrutaban. Hay que buscar un equilibrio. Lo ideal sería decir sí a las actividades extracurriculares que estimulen talentos e intereses, pero sin llenar cada momento para que no se aburran. También hay que ver el temperamento de cada chico, hay algunos que necesitan más actividades que otros.
– ¿Cargar la agenda de los hijos refleja un poco lo que hacemos los adultos?
– Vivimos acelerados, con poco tiempo para el descanso, solemos trasladar ese ritmo a los niños. A los adultos nos incomoda parar y por ende interpretamos que el aburrimiento en los niños hay que resolverlo rápido y vamos a las pantallas como salvavidas porque además no tenemos tiempo de acompañarlos en el aburrimiento. Todo eso puede llevar al niño a un estrés crónico.
-¿Qué reflexión le dejarías a los padres en este Día?
Que ser niño no es sólo vivir momentos felices y divertidos. Los adultos también debemos enseñarles a habitar la calma, la espera, el aburrimiento porque es una emoción necesaria y valiosa. Ahí nace la creatividad y el encuentro consigo mismo. No tengamos miedo al aburrimiento de los chicos, ni lo evitemos a toda costa. Por el contrario, lo acompañemos a mirar el aburrimiento con otros ojos, a sentirlo y transformarlo en nuevas aventuras. En este Día del Niño regalemos el permiso para aburrirse, para explorar, para ser ellos mismos sin prisas, sin tantas exigencias y sin tantas pantallas.
> Para tener presente
Silvana Belloti dio a conocer algunos ítems para tener en cuenta y ayudar a los papis a criar hijos más saludables.
. El aburrimiento estimula la creatividad porque le genera un espacio mental vacío donde el niño empieza a imaginar, a inventar juegos y nuevas actividades.
. Aumenta la autonomía porque aprende -sin esos estímulos externos-, a ocuparse por sí mismo y a tomar sus propias decisiones.
. Ayuda a desarrollar la auto regulación emocional porque aprende a tolerar el aburrimiento. De ese modo va a poder manejar otras emociones incómodas como la frustración y la impaciencia.
. Lleva al niño al autoconocimiento porque empieza a escucharse a sí mismo. Así en la adolescencia construirá una identidad más clara.
. El aburrimiento lleva también a que el niño tenga una mejor concentración y paciencia porque al no pasar por estímulos tan rápidos, aprende a sostener la atención en actividades que requieren tiempo y esfuerzo.

