‘Cada movimiento es un retorno de resistencia, una voz que revela una chispa que arde e inyecta el compromiso y el deseo de libertad, reviviendo el espíritu de quienes soñaron romper cadenas y sembrar esperanza’, así rezaba un fragmento de la carta de bienvenida para los espectadores que asistieron a las dos funciones de ‘Latidos de Mayo’, el espectáculo integral de danza que se realizó este fin de semana en el Teatro del Bicentenario, como homenaje a los festejos por el 215¦ aniversario de la Revolución de Mayo. En poco más de 30 minutos, se expuso en escena una sucesión de cuadros coreográficos que intentaron transmitir en síntesis, los ideales que nutrieron a la gesta política más importante 1810, en lo que era hasta ese momento, el Virreinato del Río de La Plata. Con un mensaje general que evoca a la ‘unidad nacional’, los distintos cuadros fueron representando cada expresión cultural que emergían de una población heterogénea y diversa, marcada por el mestizaje, lo criollo, lo nativo y lo migrante como componentes que fueron forjando la identidad de un pueblo. Entrelazada con imágenes digitales proyectadas por animaciones y mapping, el show cobraba dinamismo entre cada pasaje, mientras avanzaban los cuadros de danza, acompañados por narraciones en off de varios conceptos y momentos históricos clave, como la evocación a la memoria de Tupac Amaru, por ejemplo, o cuando se proyectaron imágenes de Manuel Belgrano y Mariano Moreno. Sin embargo, también se citó al ‘Elogio de la locura’, escrito por Juan Bautista Alberdí, quien éste último, fue partidario de la Revolución de Mayo y la interpretó con un enfoque federalista e integracionista, que incluía a las provincias dentro del modelo de nación y que fue muy distinto al punto de vista unitarista porteño (el cual apoyaba Sarmiento) que pugnaba por un liberalismo excluyente de las provincias. El mismo texto lo reflejó: ‘todos los pueblos son libres y soberanos, y que no hay más legitimidad política en el mundo que la que procede de sus voluntades’.

Las danzas tradicionales, nativas y migrantes estuvieron representadas en
cada cuadro.

A medida que sucedían los cuadros, se manifestaban diferentes miradas y expresiones artísticas, por eso, en el plano de la danza, estuvo presente ese mestizaje de varios ritmos tradicionales como la zamba, el candombe, la chacarera o el malambo, en contrapuntos con el flamenco, el ballet clásico y entremezclándose con el estilo contemporáneo. Eso quedó reflejado cuando el elenco de bailarines (16 parejas dirigidos por Florencia Tejada y Juan Peletier) realizó intervenciones en conjunto ocupando todo el espacio escénico y con efectivos cambios de vestuario. Cada traje simbolizaba una identidad cultural en particular (los trajes se consiguieron a préstamo de la indumentaria de la Fiesta de la Vendimia por la Secretaría de Cultura de Mendoza) y en el final, las parejas terminaban combinadas reforzando la idea de la ‘unión’. Para la puesta musical, hubo pistas grabadas y en uno de los cuadros, hubo musicalización en vivo, eso generó en el público mayor énfasis en los aplausos.

Participaron más de 30 artistas en escena, elegidos por una convocatoria
abierta que hizo el TB.

Después hubo un giro hacia una mirada más contemporánea, sobre los valores que identifican a los argentinos en la historia: de esta manera se proyectaban imágenes que homenajearon a personalidades destacadas como Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, René Favaloro, Diego Armando Maradona, Lionel Messi y los combatientes y veteranos de Malvinas; como así también a mujeres y hombres trabajadores de la provincia, a partir de imágenes de archivo. Como corolario, al final de cada función, se invitó al público a cantar el Himno Nacional Argentino, con la destacada participación de la Banda El Tambolar del Regimiento de Infantería de Montaña 22.