Era 3 de abril de 2005 cuando un jovencito Saul Jesús Cortez, apenas vio que el árbitro alzaba los brazos para pitar el final, saltó del alambrado para celebrar en el campo de juego la primera y única Copa de Campeones ganada por su querido club, en su cancha y ante una multitud enardecida. Al muchacho se le enganchó el pantalón y dio varios tumbos, pero desbordado de emoción corrió a festejar con una alegría inmensa que nunca olvidaría. Ese recuerdo con la camiseta celeste y blanca latiéndole en el pecho sería mucho más que una anécdota: fue el puntapié para que 16 años después, en un rincón de su casa, naciera un museo que guarda la historia grande de Sportivo 25 de Mayo.

La idea empezó a tomar forma en 2021, cuando Saul -hoy de 39 años, Técnico en Producción Agropecuaria, docente de Primaria en Caucete y trabajador en un diferimiento agropecuario en La Chimbera- sintió que algo faltaba. “Me puse a pensar en todo lo que no teníamos. Me di cuenta de la necesidad de un espacio con recuerdos históricos”, cuenta.

Así, de manera casi artesanal, comenzó su cruzada: recopilar camisetas, banderines, objetos, fotos y documentos que narraran el pasado glorioso de Sportivo. “Inició más como un hobby que otra cosa. Lo primero que me vino a la cabeza fue el hecho más importante de la historia del club, la Copa de Campeones 2005”, recuerda.

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El primer gran tesoro que obtuvo fue una camiseta usada en aquella final, cedida por Ramón Escalada, un socio del club. Esa camiseta, que vistió el jugador José Muñoz, hoy está enmarcada y ocupa un lugar central en su museo personal. “Ahí empecé a obsesionarme… dije ‘esto está bueno’ y comencé a buscar más camisetas y piezas históricas”, relata.

Con paciencia y pasión, Saul fue reuniendo más de 50 camisetas originales, no sólo del fútbol 11, sino también de futsal y vóley. Ninguna de las piezas fue comprada: todo fue donado o cedido en nombre de la causa. Cada prenda está rotulada con su respectivo año y resguardada en un mueble de madera hecho a medida, con puertas de vidrio, que un amigo carpintero le fabricó especialmente.

Saul posa en la cancha junto al histórico trofeo de la Copa de Campeones.

Además de las camisetas, el museo cuenta con banderines, pines, gorras, fotos antiguas, un libro de actas de 1990, y algo que Saul considera invaluable: las crónicas deportivas de DIARIO DE CUYO de aquella campaña del 2005, recopiladas luego de largas horas en la Biblioteca Franklin. “Busqué todos los diarios de ese año, pedí las copias y los mandé a encuadernar. Ahora forman parte del museo”, explica.

El pequeño pero emotivo museo está montado en el quincho de su casa, ubicada en el barrio Los Algarrobos, a sólo cinco cuadras del club. Allí, entre muebles y ornamentación antigua -otra de sus pasiones-, late fuerte el corazón de Sportivo.

El primer acercamiento formal del museo al pueblo fue en 2023, durante los festejos por el centenario del club. La comisión directiva le pidió que expusiera sus reliquias y el orgullo fue inmenso. Hoy su compromiso va más allá: tras integrar la subcomisión de Futsal, ahora ocupa el cargo de tesorero general de Sportivo.

Curiosamente, aunque ahora viste los colores de Sportivo en las categorías de veteranos, Saul nunca llegó a jugar en Primera para el club. En su juventud defendió la camiseta de Rafael Benavídez y en 2017 fue protagonista de una historia singular: salió campeón de la liga veinticinqueña venciendo en la final… ¡a Sportivo! “Fui verdugo”, se ríe al recordar. Esa camiseta rival también está enmarcada en su museo como parte de su historia deportiva.

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El museo de este hincha tiene las puertas abiertas para todos los que deseen acercarse, emocionarse y recordar. “Muchos vienen, ven una camiseta y empiezan a contar anécdotas. Es hermoso. A todo esto lo hice a pulmón, como un reto personal”, asegura.

Consciente del valor que tiene su proyecto, invita a quienes tengan objetos históricos guardados a sumarse a esta cruzada. “Acá todo va a estar seguro y bien cuidado. Y quizás en el futuro esto se transforme en el museo oficial del club”, se ilusiona.

Porque aquel pibe que corrió desbordado de alegría con los pantalones rotos, hoy se transformó en el guardián de la memoria de Sportivo 25 de Mayo.