En el transcurso de una semana que se presentó muy convulsionada por el caso de la desaparición de Santiago Maldonado -vinculado al conflicto con los mapuches en el Sur del país- la decisión de la CTERA (Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina) de distribuir un cuadernillo con actividades destinadas a que los alumnos de distintos niveles conozcan y se involucren en el polémico tema, superó ciertos límites generando el rechazo de gran parte de la comunidad educativa.


Para la mayoría no se vio con buenos ojos que los gremios docentes afines al kirchnerismo y agrupados en la central de trabajadores de la educación promovieran que hasta el próximo miércoles 6 del corriente, los maestros hablen del caso Maldonado poniendo énfasis en que desapareció en manos de Gendarmería, cuando todavía esa posibilidad no está probada.


El joven desapareció el 1 de agosto pasado, durante una protesta mapuche en tierras de la firma Benetton. Desde ese momento se han barajado varias posibilidades sobre su destino, pero no se ha comprobado ninguna. En ese sentido la ONU ha instado al gobierno de Macri que localice al joven y que aclare los pormenores de su desaparición.


Sobre la iniciativa de CTERA de instruir a los docentes para que traten el tema Maldonado en las aulas, la mayoría de los padres se mostraron disconformes a tal punto que un grupo de ellos generó a través de las redes sociales el hashtag #ConMisHijosNo, en el que volcaron las más diversas expresiones en contra de este accionar. Los padres manifestaron que no quieren chicos militantes, sino ciudadanos que puedan tener criterio propio.


El avasallamiento de CTERA al Ministerio de Educación es innegable. La confederación mencionada pretende funcionar como un Ministerio de Educación paralelo, lo que las autoridades, bajo ninguna circunstancia, deberían admitir. En tanto el ministro Alejandro Finocchiaro se ha limitado a decir que todo esto es responsabilidad de los directores de las escuelas y que los casos en los que se ha tratado el tema son aislados, cuando en realidad se conoce que son numerosas las escuelas en las que se abordaron estos contenidos.


Este intento por adoctrinar a los alumnos no debería permitirse nunca más, promoviendo desde el Ministerio de Educación una norma legal que impida a CTERA o a cualquier otra organización sindical realizar este tipo de actividades sin previa autorización.