Nuestra provincia es paradójica en materia ciclística, porque competitivamente trasciende al país y al mundo organizando competencias nacionales e internacionales de amplia repercusión, como la reciente Vuelta de San Juan, proyectando una manifestación cultural que convoca a multitudes y va más allá de lo deportivo.

Pero por otra parte, y en la vida cotidiana, también existe una situación caótica generada por la falta de respeto a las normas viales más elementales, de violaciones flagrantes a la señalización en calles y rutas, y esta conducta trae consecuencias lamentables que se cuentan a diario en la crónica policial.

La denominada "capital del ciclismo" debe diferenciar lo estrictamente competitivo con un escenario organizativo impecable, del comportamiento temerario de ciclistas convencidos de que para ellos no existen las reglamentaciones, y en la impunidad ponen en riesgo sus propias vidas y las de terceros.

Prácticamente todos los accidentes responden a imprudencias notorias, como cruzar semáforos en rojo, invadir o cruzar imprevistamente carriles, no utilizar las ciclovías, ni tampoco respetar la fila india obligatoria.

Lo grave de este comportamiento irregular es que la mayoría de los transgresores son profesionales de prestigio que deberían dar ejemplo en el tránsito, pero en sus entrenamientos invaden las rutas en horas pico, forma individual o en pelotón.

La obstinación es tal que rechazan cualquier advertencia sobre el riesgo que corren, y se niegan a abrir paso a los automovilistas. Las tragedias sobrevienen por esta indisciplina manifiesta. 

El problema no es el uso de la bicicleta para trabajo o recreación, porque es un medio de transporte que se impone en las grandes ciudades del mundo y porque las calles se han proyectado como espacio público en favor todos los usuarios, no exclusivamente para automotores.

Por ello la importancia de trazar bicisendas para garantizar la seguridad de conductores y peatones, y hay propuestas privadas para planificar ciclovías en once calles de conectividad en el Gran San Juan.

La mayoría de las obras son factibles y rápidas. El gran problema son los usos y costumbres del pedalero.