La adolescencia es la etapa de la vida de las personas más controvertida, en la que la resolución de los conflictos debe ir acompañada con el fortalecimiento de los valores morales y sociales, que permita a los individuos una buena inserción en la comunidad. Este proceso adquiere real importancia en la actual sociedad argentina, en la que es evidente una crisis de valores, en todos los niveles, que está afectando seriamente al país.


A diario observamos como los adolescentes carecen cada vez más de normas de conducta. Los ideales propios de esta edad han dado paso a un comportamiento errático, agresivo, sin control, impulsado por factores que están influyendo decisivamente en la personalidad, sin distinción de clases sociales ni sexo. No importa que sean varones o mujeres, el grado de agresividad físico o verbal es el mismo. Inclusive, se han hecho públicos estudios de comportamiento que establecen que la agresividad entre las mujeres aumentó considerablemente en escuelas o lugares de esparcimiento.


Los adolescentes de hoy no sólo se muestran afectados por los conflictos personales propios de la edad, sino que exteriorizan -salvo excepciones- un incorrecto comportamiento promovido por las adicciones a las drogas o el alcohol, o por el medio en el que están creciendo y desarrollándose.


El ataque perpetrado contra el auto de un profesor de la Escuela Normal de Caucete, por parte de un grupo de alumnas que no había aprobado la materia correspondiente, es una muestra de la mala forma en que algunos adolescentes expresan sus frustraciones. Las chicas no tuvieron mejor idea que desquitarse con el vehículo, sin comprender la gravedad del ataque.


Para Juan David Nasio, reconocido psicoanalista y psiquiatra argentino radicado en París, la población adolescente se agrupa en tres sectores: el mayoritario de comportamientos, sentimientos y pensamientos contradictorios, difíciles de manejar, pero que responden a la turbulencia normal. Otro sector, mucho más minoritario, es el que tienen enfermedades mentales graves. Finalmente hay un sector de adolescentes que son los que tienen comportamientos antisociales, violentos, con droga o sin ella, y a veces violentos contra ellos mismos. En este último están los jóvenes que queman autos o que necesitan atacar el orden.


Ante cada uno de estos casos son los padres los que tienen que tratar de resolver los problemas y no delegar a terceros, familiares o psicoterapeutas. Está comprobado que los padres cuentan con todas las herramientas para asistir al adolescente, aunque muchos no quieran admitirlo o asumirlo.