Tres investigadores argentinos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), acaban de ser premiados por la Academia Mundial de Ciencias por sus aportes en medicina, ingeniería y agricultura. La entidad, con sede en Trieste Italia, galardona anualmente a los investigadores más destacados en nueve campos de la ciencia para promover la capacidad científica y la excelencia en los países en desarrollo.


Los premios TWAS (por sus siglas en inglés) fueron obtenidos por Noemí Zaritzky, Esteban Jobbagy y Alejandro Schinder y, además de estas distinciones, la Academia designó a 46 nuevos miembros de todo el mundo, ente ellos a la doctora en química Marta Litter y la doctora en física Cristina Mandrini, también del Conicet, con amplias trayectorias profesionales y premios internacionales.


Por otra parte vale recordar que la Unesco premió a los científicos argentinos Horario Sirolli y Luciano Iribarren, de la Universidad de Buenos Aires por sus investigaciones sobre la preservación del medio ambiente. El trabajo contribuyó a la creación y gestión de la Reserva de Biosfera del Delta del Paraná, que forma parte de la Red Mundial de Reservas de la Unesco sobre el Hombre y la Biosfera.


Nuestro Premio Nobel Bernardo Houssay decía que para salir de la pobreza se debe invertir más en la investigación científica y técnica, como hacen los países desarrollados, una premisa que no alcanzan a comprender los políticos y priorizan las obras que están a la vista, muchas veces con sentido demagógico, porque muchos parecen estar siempre en campaña.


Esta escasa visión promueve el éxodo de calificados científicos, con casos emblemáticos en todo el mundo. El ingeniero Alejandro Miguel San Martín, jefe del equipo de la NASA que hizo descender en Marte el robot laboratorio "Curiosity" que confirmó la existencia de agua en el planeta rojo, entre otros éxitos espaciales.


Sería largo enumerar los logros de la ciencia argentina, como la empresa rionegrina Invap que ganó licitaciones internacionales de alta complejidad. Vendió un reactor nuclear a Holanda, frente a competidores del selecto grupo de naciones con gran experiencia en ingeniería atómica. Esta firma criolla es la misma que en abril pasado no tenía dinero para pagar los sueldos del personal.


La inversión en educación, salud e infraestructura es vital, porque se trata del presente, pero en igual medida se debe pensar en ciencia y tecnología: es el futuro de una gran nación.