El llanto de la primera ministra británica Theresa May, el sábado último, al anunciar su renuncia lo dijo todo. Se irá el próximo 7 de junio del Gobierno de Gran Bretaña sin haber podido concretar el Brexit -después de tres intentos en los que fracasó- dejando al país en la más profunda incertidumbre hasta octubre próximo en que se resolverá si el Reino Unido deja la Unión Europea sin acuerdo o de manera negociada. La diferencia entre una u otra forma es que un Brexit sin acuerdo, que seguramente promoverán los sucesores de May, provocará, como lo sostienen los principales grupos económicos y financieros del país, una auténtica catástrofe en la economía con depreciación de la libra, un repunte de la inflación y una probable contracción de la demanda. También ocasionará una desaceleración de la economía y la posibilidad de un período de recesión, además de generar enormes costos aduaneros y la destrucción de las cadenas de aprovisionamiento.


La primera ministra renunciante se había pronunciado a favor de una salida 'blanda'' que mantuviera un vínculo nacional con Europa y una frontera no tan rígida con las dos irlandas, pero esto fue rechazado por el Parlamento.


Hay al menos 20 candidatos en el Partido Conservador británico para reemplazar a May. De ellos, el mejor posesionado es Boris Johnson, uno de los dirigentes más duros que está promoviendo una salida sin acuerdo del Brexit.


Por otra parte, las elecciones de la Unión Europea celebradas el domingo pasado, sirvieron para ratificar el espíritu del Brexit, a pesar de que a los conservadores no les fue muy bien en estos comicios. Esto hará que, seguramente, se siga insistiendo en la ruptura, a pesar de las advertencias del daño económico. Todo hace pensar que no se están midiendo las consecuencias de dejar de pertenecer a la Unión Europea, tras un vínculo de 40 años en los que estuvieron en vigencia acuerdos financieros, comerciales, de tránsito y arancelarios.


La historia del Brexit, que tiene en su haber la caída de dos premier, David Cameron y ahora Theresa May, comenzó con la idea de una minoría eurofóbica nacionalista que planteó la conveniencia de que Gran Bretaña dejara de pertenecer a la Unión Europea, con argumentos infundados como el de una amenaza inmigratoria y beneficios económicos que no son tales. En 2016 lograron que Cameron llamara a un referéndum que dio el triunfo a los rupturistas por poco más del uno por ciento. Tras la renuncia de Cameron y la asunción de May se inició un proceso de negociación para acordar la salida del Reino Unido, sin que se pudiera llegar a un acuerdo.