Una vez más, las autoridades y miembros de la comunidad educativa de la Escuela de Fruticultura y Enología tuvieron que salir a defender sus instalaciones ante una maniobra que fue considerada como avasallante y que preocupó en gran medida por la forma en que se perpetró. No es la primera vez que lo profesores junto al alumnado y los padres se oponen a cualquier intento de reducir la superficie del terreno que actualmente ocupa esta institución escolar, para ser cedido a otras actividades que nada tienen que ver con la orientación de esta emblemática escuela.


De una vez por todas deben cesar estos avances que en los últimos años se han hecho sistemáticos y dejar que la Escuela de Enología continúe funcionando en su ámbito original, dentro de lo posible en mejores condiciones y con una mayor eficiencia en la formación de los profesionales que egresan de esta institución, que debe seguir siendo modelo en la provincia.


El enojo de la mayoría de los sectores de la comunidad, al ver maquinaria de Vialidad irrumpiendo en el terreno que está sobre calle 25 de Mayo, en Capital, se justifica plenamente porque ya se ha instalado en las inmediaciones una sede del Senasa y actualmente hay una serie de proyectos para traer a otras instituciones deportivas.


Hay que tener en cuenta que esta escuela fue creada por Domingo F. Sarmiento en 1862 como la Quinta Normal San Juan. A medida que cambió su oferta educativa y tomó el nombre de Escuela de Enología, comenzó a otorgar el título de Fruticultor Enólogo, con más de 1.000 graduados en un gran aporte no sólo a la vitivinicultura argentina, sino también a la sudamericana, al recibir estudiantes de la región. El terreno que actualmente posee la institución corresponde a gestiones realizadas por Segundino Navarro, quien con el apoyo del gobernador Doncel se logró la reinstalación definitiva en este histórico predio que hoy genera tantas disputas.


La Escuela de Enología merece por su historia y trayectoria volver a alcanza el esplendor que tuvo en algún momento con sus paseos, aulas, talleres, plantas industriales, laboratorios y campos productivos poblados de alumnos.


El Gobierno y las universidades deben analizar y decidir el funcionamiento de la Facultad de Enología, con título académico, además el de Técnico Fruticultor, con el cursado de un nivel secundario con la orientación específica.


Hay que dejar de lado descabellados proyectos urbanísticos o deportivos gubernamentales en un predio que fue concebido para una institución educativa modelo, en beneficio del agro local.