Emiratos Árabes Unidos, la federación de siete pequeños estados de la península Arábiga, con medio siglo de vida, ha inaugurado la central atómica de Baraka para cubrir la demanda de energía eléctrica en una región con abundantes recursos naturales, creando otro temor en el inestable Oriente Medio. Si bien se trata de una usina atómica como las del resto del planeta, incluyendo a las plantas argentinas, esta infraestructura crea una serie de interrogantes a partir del ingreso de Emiratos a los países con capacidades nucleares en la región como Irán e Israel.


Esta sola mención la sitúa en medio de tensiones geopolíticas pero también inquieta el lugar del emplazamiento, en medio del desierto, un lugar vulnerable ya sea ante un accidente atómico o como blanco de un ataque aéreo. Son muchas las controversias a lo largo de este demorado proyecto calificado por los estados vecinos como una seria amenaza a la estabilidad de la región y su medio ambiente, según la vecina Qatar que desde hace tres años padece un bloqueo regional, precisamente impulsado por Emiratos y Arabia Saudita.


El argumento que defiende a la polémica usina es reemplazar los hidrocarburos evitando la emisión anual de 21 millones de toneladas de gases contaminantes a la atmósfera, equivalentes a sacar de circulación a más de 3,2 millones de automotores. Sin embargo es llamativo que Emiratos haya invertido una suma extraordinaria en los cuatro generadores nucleares para reemplazar a las plantas térmicas, teniendo estas opciones mucho más baratas y convenientes.


El Golfo posee tal vez el mejor recurso solar del planeta con irradiación plena y la variante eólica, pero descartadas por ser fuentes intermitentes, lo que no es un argumento sólido y también se critica a la nueva central por una inseguridad interna o externa, es decir operativa o por indefensión ante un probable ataque militar. Incluso de los frecuentes atentados con drones a este territorio de la milicia hutí entre otras insurgencias vecinas.


Baraka no es la única aventura atómica en Oriente Medio sino parte de la carrera nuclear donde intervienen Egipto con su primera central, construida por los rusos y Arabia Saudita esperando su primer reactor con tecnología argentina, diseñado por Invap, y siempre con la justificación de diversificar la generación eléctrica. Todos aseguran que se trata solamente del uso pacífico de la energía atómica y sin duda es así porque están lejos de fabricar una bomba, pero en esta convulsionada región un accidente como Chernobyl sería anécdota.