El martes 14, Andy Kusnetzoff encendió las alarmas cuando contó en Perros de la calle (Radio Metro) que se había hecho el hisopado y que le había dado positivo. Dijo que tres días antes había estado con fiebre, con decaimiento y con varios síntomas compatibles con el virus de COVID-19. A raíz de esto, fue al Sanatorio de la Trinidad a hacerse el test y lo dejaron internado. Acto seguido, llevó tranquilidad a sus familiares y oyentes.

Este martes, Kusnetzoff eligió su programa para comunicar las buenas nuevas noticias, pero también para brindar detalles de lo que padeció. “Ayer (lunes 20) me dieron de alta del Sanatorio. No volví a casa todavía, estoy en un departamento terminando la cuarentena. Me quedan 10 días para poder estar con Flor (su mujer) y con Elena (su hija), así que acá estamos esperando”.

Con la voz tomada, con algunos síntomas que aún se hacen visibles en su tono, en ese hablar pausado, intentando no exigirse, hizo un repaso de cómo fue su semana. “Esto fue el lunes pasado, que me acerqué al Sanatorio de la Trinidad a testearme. Fui y si tenía el virus, irme a hacer la cuarentena a mi casa, pensé. Y mi doctora, Jimena Serra, me dijo: ‘Con esta tomografía no te puedo dejar ir’, y cuando me lo dijo fue un momento difícil. Fue complicado. Tenía una neumonía bastante grande”.

“Aparentemente este virus te puede agarrar de bastantes formas: hay algunos que son asintomáticos, que no se dan cuenta, y después hay un porcentaje que es como yo, que te agarra con neumonía. Dentro de ese porcentaje yo tuve la suerte de salir bien y de estar bien ahora”, confesó sobre lo que se fue enterando sobre el coronavirus.

Acto seguido, describió los síntomas que lo invadieron: “Es duro, es como que tenés el cuerpo cagado a palos, el cuerpo lo tenés como si estuvieras agotado, no tenés fuerza para hacer nada. Yo tuve fiebre los primeros días y ahí me fueron monitoreando el oxígeno. Lo importante es eso; se fijan en cuánto oxigeno tenés, porque si bajás de un número te tienen que dar oxígeno y terminás con respirador. Por suerte de esa parte zafé. Hay un día que es clave, un día en el que salís adelante o empeorás. Por suerte mi camino fue el de mejorar, el de salir adelante”.

Ya en plena internación, revivió lo que sintió: “Es difícil. Yo tengo un gran poder de adaptación, pero es difícil. Me entregué ahí, a una habitación en la que entré un día y no abrí la puerta hasta una semana después que salí. Sí entran médicos, muy poco, pero vos como paciente no salís de ahí para nada, estás solo, sin hablar con nadie”.

A continuación, se permitió dejar un mensaje desde lo vivido. Palabras destinadas a aquellos que se toman lo que se está viviendo con cierto relajo. “Lo que yo cuento es para reflexionar. Lo cuento como comunicador. Yo trato de no juzgar a nadie y entiendo que cada uno hace lo que puede, sobre todo con lo laboral. Pero hay una parte que no es laboral. Por esto, a los relajados, traten de cuidarse. No todos son asintomáticos, también tenés casos como el mío, que estuve en terapia intermedia”.

Por último, habló de los cuidados extremos que tomó y que sin embargo fueron en vano. “Los que me conocen saben lo obsesivo que soy y todo lo que me cuidé. Tengo el mismo par de zapatillas desde que empezó esta pandemia, atento a la ropa, no entré ni una naranja que no fue pasada por lavandina, a todos lados con barbijo y después hasta con máscara transparente que te tapa toda la cara, y me contagié. Nunca me relajé, al contrario. Me enojé con los que no usaban barbijo, y me pasó más allá de toda la responsabilidad”.