“La mejor grabación del año es 24K Magic, de Bruno Mars”, se anunció a las 00.36 desde el Madison Square Garden de Nueva York. Era el anteúltimo gran galardón en la 60° edición de los Premios Grammy, transmitido por TNT y TNT Series. Mars es un ícono de moda con buen swing y guiños sonoros y cantables a Prince, Michael Jackson y una legión de influencias negras. Una hora antes, su tema That’s What I Like había ganado como Canción del año (contra Despacito, de Luis Fonsi y Daddy Yankee). Y durante la premiere -no televisada– se llevó el premio a Mejor Canción de Rithm & Blues, a Mejor interpretación por la misma obra, y al de Mejor Álbum de R&B por 24K Magic. ¿Mars al trono?

 

Así, sumó seis premios (de 84 en total), contando lo que ocurriría al final: Bruno Mars ganó el Grammy al Mejor Álbum del año por 24K Magic. En la primera hora de la entrega, otro artista se perfilaba como el gran victorioso: el rapero californiano Kendrick Lamar. Él ganó en Mejor performance de rap (a dúo con Rihanna) por el tema Loyalty, y en la entrega previa a la ceremonia televisada su tema HUMBLE fue reconocido como Mejor canción de rap, Mejor interpretación de rap y mejor video musical.

 

El rapero tendría su desquite final cuando DAMN ganó como Mejor álbum de rap: “Esto es especial, porque el Rap me hizo recorrer el mundo”, dijo Lamar. Pero no pudo alcanzar a Bruno Mars, que con su groove y su capacidad para instalar el baile coreográfico, el funk amable y también algo de rap se definió como el vencedor total. Mientras él resultaba el Rey de estos Grammy, Jay-Z se iba como el gran perdedor: manos vacías pese a sus 8 nominaciones.

 

“Quiero dedicarles este premio a mis maestros”, cerraría Bruno Mars. ¿Qué había sucedido durante la ceremonia? Esta 60° edición estuvo atravesada por la conciencia sobre el rol de la mujer y los alertas frente a los abusos sexuales en la industria del entretenimiento. Así, numerosas artistas desfilaron con rosas blancas en la alfombra roja, rumbo a sus butacas en el Madison Square Garden, como síntoma colectivo del cambio que busca representar la música masiva de Estados Unidos.

 

En sintonía, la cantante Kesha subió al escenario del Madison Square Garden e interpretó conmocionada su canción Prayingjunto a Cyndi Lauper, Camila Cabello, Julia Michaels, Bebe Rexha y Andra Day. Todas vestidas de blanco, levantaron sus voces bajo el lema Time’s Up!, que busca poner fin a los abusos. Y la propia Cabello tuvo un minuto de conciencia latinoamericana cuando dijo: “Este país fue construido por soñadores, para soñadores que persiguen el sueño americano”.

 

A su vez, el británico Ed Sheeran ganó en Mejor Álbum de Pop Vocal con ÷ (Divide). Y entre los latinos candidatos a los Grammy surgieron tres triunfadores: el Mejor Álbum Rock, Urbano o Alternativo Latino fue para Residente, del ex Calle 13 (en cuya producción participó el argentino Rafa Arcaute, quien lo acompañó en el escenario). La colombiana Shakira ganó en Mejor Álbum de pop latino por El Dorado, y en Mejor Álbum Latino Tropical Tradicional logró el éxito Salsa Big Band, de Rubén Blades, Roberto Delgado & Orquesta.

 

Otro argentino tuvo su noche de gloria en los Grammy: el ex pianista de Astor Piazzolla, Pablo Ziegler (fue parte de uno de sus últimos quintetos) se llevó con su Trío el Grammy en el rubro Mejor disco de jazz latino por Jazz Tango. “Esta obra posiciona indudablemente la música argentina en el mundo”, le dijo a Clarín antes de la ceremonia, desde el Madison Square Garden.

 

Entre tantos premios, el rock también tuvo su peso dentro de los Grammy: el premio a Mejor Canción de Rock fue para Run, de Dave Grohl, Taylor Hawkins, Pat Smear, etc. El de Mejor Actuación de Rock le tocó a You Want It Darker, del recordado y mítico Leonard Cohen. Y el de Mejor Álbum de Rock llegó para A Deeper Understanding, de The War on Drugs.

 

Otra clave de la noche fue la política directa: el anfitrión de los Grammy, el comediante James Corden, esbozó críticas al Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, diferentes artistas se sumaron leyendo extractos del polémico libro Fire and Fury, sobre Trump, e incluso participó Hillary Clinton, su ex rival en las presidenciales. Y otra escena poderosa de la transmisión fue cuando U2 interpretó Get out of your own way, desde un escenario montado en el Río Hudson, con el marco de la Estatua de la Libertad.

 

Otro nivel de emotividad durante los Grammy ocurrió cuando los artistas de country Eric Church, Maren Morris y Brothers Osborne cantaron Tears in heaven, de Eric Clapton, a modo de homenaje a las víctimas del tiroteo ocurrido en Las Vegas del 1° de octubre durante el festival Route 91 Harvest.

 

Sin un mensaje político directo, Miley Cyrus y Elton John conmovieron también al interpretar Tiny Dancer, de aquél. La ceremonia había comenzado a las 21.30 con una gran presentación del propio Kendrick Lamar, en compañía de la banda U2.

 

La ceremonia había comenzado a las 21.30 con una gran presentación del propio Kendrick Lamar, en compañía de la banda U2. Quizá sólo haya podido igualar en impacto al show que dio más tarde Lady Gaga al piano junto a Mark Ronson, productor de su último disco. Allí, ella cantó sus temas Joanne y Million Reasons.

 

Un guiño final a la Argentina iba a ocurrir al borde del final de los Grammy: la cantante Patti LuPone rindió tributo a Broadway abordando Don’t cry for me Argentina, del musical Evita.