Carlitos Balá estaba a pocos días de cumplir 90 años, las redes se inundaban de homenajes y el  reconocido artista cedió una entrevista telefónica a DIARIO DE CUYO  donde junto a su esposa Martha , quien lo acompañó en cada paso de su vida y en la entrevista ya que el humorista tenía algunos problemas de audición, repasó anécdotas y contó los secretos para estar siempre activo. 

Hoy, día en que se confirmó su fallecimiento, compartimos el diálogo que mantuvo con la periodista Paulina Rotman en 2015.

¿Cuál es su secreto para llegar impecable a los 90?

CB- Sin lugar a dudas el cariño de la gente. Aunque muchos chicos no me conocen, igual van a verme al teatro de la mano de un papá o una mamá, un tío o a veces los abuelos jóvenes que les cuentan, quien soy. Eso me mantiene así como estoy.

Mucho no ha cambiado, conserva sus chistes y su flequillo intactos. ¿Cómo fueron sus inicios?

M-Carlitos aunque siempre fue muy tímido también fue muy gracioso -dice Martha-. Hacía teatro de títeres con cajones de manzanas que había en el negocio de su padre y también monólogos y chistes a los choferes y los pasajeros de la línea 39. Así se fue animando. A través de unos amigos -Palito Ortega y Morenita Galé, una vedette de la época- conoció a Délfor, líder del programa La Revista Dislocada de Radio Splendid en 1955.

CB-Y después vino el trío cómico con (Jorge) Marchesini y (Alberto) Locati. Después cada uno tomó su camino. Ellos querían salir en gira y yo no. Y esa fue la oportunidad para empezar en la televisión y para toda la familia. Con el tiempo, los shows y el teatro solo fueron para los chicos.

M- Hicieron muñequitos de cada personaje. Los disfrazaron como los personajes que hacía Carlitos y los presentaban en la pantalla. Y eso les encantó a los chicos, igual que las canciones y el Chupetómetro. Le deben haber mandado millones de chupetes. Hoy todavía la gente lo para en la calle, gente de todas las edades, de 25 para arriba, y le dice Carlitos, yo dejé de usar chupete gracias a vos.

¿Cómo nació el Chupetómetro?

CB- Lo ideamos con un productor que tenía, D' Alessandro. Averiguamos con los pediatras cómo influía el uso del chupete en la boca y nos dijeron que después de los 2 años tenían que dejarlo porque deforma el paladar. Y así fue que empezamos con una canastita donde los chicos iban dejando sus chupetes. Pero eran tantos que hicimos unos tubos enormes que instalamos en ATC, en el circo y en el teatro.

M- Lástima que nunca se pudo contar cuántos chupetes se juntaron. Era imposible.

Lo bueno es que además de hacer reír ha contribuido con la salud bucal de miles y miles de argentinos...

CB- No te imaginás todos los que se acercan y me dicen que me mandaron el chupete. Una vez Martín Bossi, el imitador, me contó que fue con su papá, que lo alzó para que me entregara el chupete y yo le di un beso. Como él hay muchos, pero muchos de verdad.

M- Ahora tenemos que tratar de aplicar su técnica con nuestro nieto más chiquito que tiene 6 meses. Pero no sé. En esa época los chicos lo hacían por amor a Carlitos. Inclusive Julián Weich le pidió la idea y lo hizo pero no sé si resultó tanto. Darle el chupete a Carlitos era un gesto de amor. Yo siempre les veía la carita desde la platea, porque siempre lo he acompañado, y era un momento sagrado.

CB- Y todavía hay gente que me reclama que no me olvide de llamarle por teléfono para saludarlo por el cumpleaños. Y me siguen llevando cartas al teatro. No las tiro, tengo como cien biblioratos dónde las guardo. Y también tengo mi agenda que miro a diario para recordar a quién debo felicitar.

¿No es sencillo hacer reír?

CB- No. Pero hay que intentarlo con un chiste, alguna pavadita.

M- Cada vez que vamos a atenderse a Favaloro -Carlitos va una vez por mes porque está anticoagulado- la doctora que lo controla le dice ni bien lo ve: "Carlitos ¿que chiste me trajiste hoy?". Lo mismo pasa con los pacientes que esperan. Yo me ocupo de los trámites y él, se dedica a hacer reir a la gente, contándoles anécdotas. Eso nos pasa en todos lados. Sale a calle a hacer una diligencia en el banco y en vez de ir y volver, se tarda como dos horas. La gente lo va parando. Le pide sacarse una foto, le hacen gestitos de idea.

Los gestitos de idea, el ¿qué gusto tiene la sal?, como tantas otras frases y personajes, ¿también son de su autoría?

CB- Fueron saliendo de jugar con las palabras y de escuchar a la gente. La de ¿qué gusto tiene la sal? surgió en Mar del Plata. Yo estaba mirando el mar se me acercó un chiquito. Lo miro y le digo ¿qué gusto tiene el mar? A sal. Y ¿qué gusto tiene la sal? Sin más me dijo, salado. Así la fui metiendo en los programas.

¿Qué tienen esos personajes de usted?

CB- Inocencia.

M- Es que Carlitos es un niño grande.

¿Cómo ve a los chicos de hoy?

CB -Son muy distintos, antes los chicos eran más del chiste inocente. Ahora, al tener acceso a tantas cosas, son más rápidos, más despiertos, pero igual son chicos y tienen la misma inocencia y la misma necesidad de afecto.

-¿Extraña la televisión?

CB-Ahora no. Porque sigo activo en el teatro, donde no tengo 90, tengo 60.

-Ahora que se cuestiona tanto a quienes trabajaron en la época de la dictadura en los medios, época que fue de apogeo para su carrera, ¿le pesa?

CB- No, porque no tuve nada que ver con ese gobierno. A mí me contrataba Palito. Igual cuando llegó la democracia me levantaron el programa. Me dijeron que perdieron mi contrato. Pero no me quedé en casa. Hice un circo del cuál vivíamos más de 15 familias y con el que pude recorrer todo el país. No me olvido la vez que fui a San Juan: fui a un lugar enorme con muchas personas y miles de chicos. Eso es uno de los tesoros que tengo.

- Quizás no lo cuenta para que se le cumplan, pero quiero saber ¿qué deseos va a pedir en su cumpleaños?

M- El no dice nada. Pero yo creo que quiere seguir bien física y mentalmente para poder seguir haciendo reír.