Elizabeth Taylor alimentó las páginas de la prensa del corazón hollywdoodense con sus ocho bodas, en lo que rivalizó con Zsa Zsa Gabor, la diva de origen húngaro de 94 años que la superó por un matrimonio.

Sin embargo; más que por su cantidad de maridos, la diva de los ojos violeta, madre de cuatro hijos (Michael Jr. y Christopher Wilding, Liza Todd y María Burton, que adoptó en 1964 con Richard Burton) conmocionó al showbusiness por su boda con el cantante Eddie Fisher (el esposo de su mejor amiga Debbie Reynolds) y su octava unión sentimental con Larry Fortensky, un obrero de la construcción mucho más joven que ella.

Pero, sobre todo, fueron las turbulencias con el gran amor de su vida: Richard Burton -el actor fallecido en 1984-, las que agitaron el avispero mediático.

Con Burton fue amor a primera vista, desde que cruzaron mirada en el set de rodaje de Cleopatra (1962) cuando ambos estaban casados con otras parejas.

A lo largo de su romance, el astro la agasajó con fastuosas joyas, como el diamante Taylor-Burton de 69 quilates de 1,2 millones de dólares.

Sin embargo, desde el inicio de su amorío hasta su casamiento en 1964 -criticado por la Iglesia- y su divorcio en 1974, su reconciliación en 1975 y su nueva ruptura en 1976; todo fue escándalo. La relación estuvo plagada de peleas e influenciada por la adicción al alcohol. "Si me dejas, tendré que matarme. No hay vida sin ti", le escribió el actor galés en una de las cartas que recoge el libro El amor y la furia de Kashner y Schoenberger.

Intensa, apasionada, Liz vivió el amor hasta el último suspiro.