El 7 de julio de 1889 murió en Parma Giovanni Bottesini, considerado uno de los mayores virtuosos del contrabajo de la historia y en su honor se instauró la fecha como Día Internacional del Contrabajista. Qué buen motivo para compartir la historia de una joven que no tuvo un amor a primera vista con este gigante de la música, sino que se enamoró poco a poco, hasta convertirlo en su pasión y modo de vida. 


Daniela D'Anna es integrante de la fila de contrabajos de la Orquesta Sinfónica de la UNSJ y acaba de recuperar un instrumento que la acompañó toda su vida, como testigo silencioso de su crecimiento, sin que ella supiera que el destino los uniría. Es el contrabajo que su papá compró en Chile cuando era joven y que usó para estudiar en el Departamento de Música. 


"Mi hermana es violinista, yo también estudié violín de chica, pero dejé, no me enganché con la música. De grande recién y el contrabajo seguía ahí, mirándonos. Yo nunca lo agarré, te soy honesta. Me incliné por el lado de la guitarra, el rock, cantaba en bandas", comentó Dani, quien a los 17 fue parte de la banda de reggae Salamanca y también grabó un demo con Mamá Perfecta.


Cuando terminó el secundario quiso ingresar a la Escuela de música para estudiar guitarra clásica. No encontró cupo y Daniel, su papá le llevó a hablar con el profesor David Molina. Él la convenció de unirse a su cátedra y comenzó la aventura. A clase llevaba el mismo contrabajo que había sido de su padre, cuando a fines de los años 70 él tomó clase con Molina en el mismo lugar, el subsuelo del Auditorio J. Victoria. Pero un día el instrumento se cayó y quedó inutilizado. Permaneció en el estuche mucho tiempo hasta que el año pasado Dani decidió restaurarlo y buscó a la luthier Nadia Sánchez Gonzalez. Fue una labor ardua y casi un año después el contrabajo volvió a sus manos, hace unos días, y la artista se puso en la tarea ponerlo a punto.


"Nadia hace trabajos de violín, guitarra, no había trabajado sobre un contrabajo. Me dijo que había que comprar muchas partes nuevas y que le llevaría mucho tiempo, "si tenés paciencia, acepto el desafío", me dijo. Arregló las fajas, el fondo del instrumento, compré una tapa, el diapasón... fue muy detallista, muy profesional en su trabajo. Ahora hay que tocarlo y que vuelva a tener vida, está respondiendo excelente, suena muy bien, hay que hacerle "set up" hasta que quede cómodo y estoy esperando volver con la orquesta y usarlo ahí" contó entusiasmada Dani. 

"El contrabajo de mi papá tiene una energía linda y parece que su destino fue volver a sonar, entonces para mí es re lindo poder tocarlo de nuevo"

Daniela D'Anna.

"Era un hobby para mí, nunca creí que me iba a dedicar a la música" comentó y agrega: "Cuando entré a contrabajo, dije voy a probar. Me metí, empecé y sigo hasta el día de hoy. Le puedo dar todo el crédito a mi profe, honestamente yo no tenía pensado llevar esto como una carrera y él fue quien me guió en todo momento y me ayudó a disciplinarme. Muchos creen que uno estudia cuando querés, pero el camino de este nivel musical requiere mucha disciplina, mucha cabeza, mucha voluntad. Él me enseñó de la mejor manera, me puso muchas fichas, me llevó de la mano en esta experiencia en la Orquesta. De pronto eso se convirtió en un sueño hecho realidad para mí" expresó la artista, que integra la Sinfónica como titular hace casi 5 años. 


El nuevo contrabajo trajo un aire fresco a la cuarentena, que aprovechó para estudiar y tomar clases de alemán por zoom. 


"Para mí este instrumento no será el súper instrumento, hay millones mejores, pero tiene una connotación emotiva. Se lo llevé hace poco a mí papá, lo volvió a tocar después de 30 años, se emocionó muchísimo, se acordó de su época de estudiante; que volviera a estar, a sonar, para el fue súper lindo y yo estoy feliz de que fuera así Yo tengo otro bajo, pero lo podría vender mañana... este es no, es un reliquia familiar" dice sobre el instrumento que la luthier bautizó cariñosamente como "Frankie Bass", por Frankenstein y todas las piezas que reemplazó. 


"Es muy emocionante tocarlo, porque tiene su historia, era de mi papá, él lo usó para estudiar (aunque después no se dedicó a la música, sino a trabajar con su padre en la conocida fábrica de soda), así que tiene una energía linda y a pesar de que se rompió, parece que su destino fue volver a sonar, entonces para mí es re lindo poder tocarlo de nuevo y estar haciendo lo que amo" definió Daniela, -mamá de un niño de 9 años que estudia flauta traversa- quien adelantó que planea partir a Europa para perfeccionarse, que algunas puertas están por abrirse y cuando la pandemia pase quizás lo consiga. 


"Yo miro al pasado y digo que no me podría haber dedicado a otra cosa, evidentemente, creo que cuando me tengo que sentar a estudiar, surgen la paciencia, las ganas, la motivación, todo lo que no me sale con otras cosas, así que puedo decir que es lo mío, es mi desafío diario, porque nunca estoy cómoda, siempre estoy buscando mejorar, llegar a ser la mejor versión de mí" aseguró esta inquieta música que hoy acaricia esas cuerdas llenas de historia y proyecta sobre una sólida base.