Recién llegado de la Ópera de París, Bocca desgranó buena parte de su vida y obra, que acompañó con imágenes y anécdotas. 

Sus inicios en el estudio que los abuelos le construyeron a su mamá, Nancy, en Munro. Su ingreso a la Escuela Nacional de Danza y a la del Teatro Colón cuando tenía 8 años, el contrato en el Teresa Carreño de Venezuela a los 15, la medalla de oro en el Concurso de Moscú que le cambió la vida en 1985, la convocatoria al American Ballet Theatre (ABT) por parte del propio Mikhail Barishnikov a los 18, la creación del Ballet Argentino... La maravillosa historia de Julio Bocca está a un click en Internet y no es nueva para nadie (aunque él diga que las jóvenes generaciones no lo conocen tanto). Pero que sea él mismo quien la cuente tiene otro sabor, sin dudas. Y eso pudieron comprobar quienes anoche asistieron a la charla que el eximio bailarín y gran maestro brindó en el Club Sirio Libanés, corolario de su paso por la provincia. Lo jugoso de escucharla en primera persona, además, eran esas acotaciones que iba mechando en cada capítulo y que no están en los libros, como la caída que sufrió en la gala del Bolshoi tras ganar el prestigioso certamen, que mostró en un video y ante la cual el público soltó un espontáneo "¡ay!", como si estuviera viéndolo en vivo y en directo. "Igual ya tenía la medalla, no me la podían sacar", dijo provocando la risa de los presentes, que sin pestañear siguieron el relato, que fue intercalando con otros videos. Desde que era un chiquitín ya talentoso, hasta el impecable profesional en el que se convirtió a fuerza de trabajo y pasión, las imágenes fueron otra perlita, ya que no todas están a mano. La mentirita piadosa que le dijo a "Misha" cuando mandó a llamarlo para verlo en el ABT y, recién operado de la rodilla, puso como excusa la cantidad de funciones que tenía, fue otra de las anécdotas que provocó risas. "Es que si sabía que me habían operado, no me llamaba más", se sinceró, antes de relatar el asombro que sintió aquel pibe de clase media-baja cuando al llegar a Nueva York lo esperaba una limusina. Honores que irían de la mano con el cambio radical que debió hacer, el aprendizaje intenso que imponían las ligas mayores y que hizo propio. 


Emociones y aplausos se fueron fusionando con sus palabras cálidas y distendidas. Casi como un cuento con final feliz contado por su propio protagonista (el del exitoso bailarín, porque el de maestro recién empieza, y también con éxito), al cierre de esta edición Julio seguía conversando a los sanjuaninos que llenaron la sala para verlo y escucharlo, cara a cara, hasta que algún día la danza, o la vida, lo vuelva a traer. 

Los sanjuaninos colmaron la sala del Sirio Libanés, escucharon con atención, y expresaron su afecto con palabras, exclamaciones y aplausos.

Durante el miércoles y el jueves, el generoso maestro brindó masterclasses en el Instituto Ballerinas, destinadas a estudiantes de la provincia. (Fotos daniel Arias)

> Una doble satisfacción

 

"Traer a Julio Bocca a San Juan ha sido un esfuerzo enorme pero que ha rendido sus frutos; y una doble satisfacción, por estar con el gran maestro que es requerido en todo el mundo; y también con un ser humano súper cálido". Con esas palabras, Soledad Lloveras, directora del Instituto Ballerinas, se refirió a la presencia en San Juan -miércoles y jueves- de esta figura argentina de la danza mundial.


Antes de la charla que anoche brindó en el Sirio Libanés, Bocca dio una seguidilla de masterclasses para bailarines locales intermedios y avanzados -también hubo profesoras-, con los que fue muy generoso. "Fue fantástico, todos estaban emocionados de tenerlo cerca, de que les corrigiera, de poder hablar con él y que les diera explicaciones concretas, porque se imaginaban a un personaje más distante y él fue súper agradable, dio unas clases muy didácticas y también divertidas", comentó Lloveras, quien contó que Bocca puso el acento en la técnica y en la mayor velocidad de los ejercicios, a tono con cómo están trabajando las grandes compañías internacionales.