En escena. El astro cordobés con sus músicos en la breve actuación que ofreció en la provincia, antes de su fallecimiento.


Con su pelo verde, aires de divo y un estilo desenfadado, el 11 de marzo de 2000, Rodrigo Bueno subió al escenario del Club Atlético Trinidad (ex Los Andes) de San Juan. En la que fue su última presentación en suelo local, el cantante permaneció apenas 35 minutos, en medio de las agresiones de un sector de la platea que lo había esperado cerca de 3 horas, sin imaginarse que su destino estaba por jugarle una mala pasada en la madrugada de un día como hoy, cuando tenía sólo 27 años. 


Para el anunciado espectáculo del cordobés en San Juan, la organización adaptó un área del complejo. "La primera vez que vino no era tan famoso, lo trajimos a la fiesta de los oficiales de la Policía; pero esa última vez venía con todo el éxito. Tuvimos que hacer una entrada por atrás del club para que la gente no lo viera y se le tirara encima", evocó Kuky Herrera, quien lo trajo en coproducción con "El Perro" Videla, que lo llevó a Mendoza. 


La movida estuvo precedida por una concurrida venta de entradas, a un precio de $7, lo que significó romper el chanchito en ese tiempo. Las puertas del predio se abrieron a las 22 hs y sus seguidores comenzaron a congregarse para celebrar el carnaval al ritmo del cantante que había aterrizado con el cuarteto en Buenos Aires, con una propuesta renovadora para el género. 

"Esa vez, venía con todo el éxito. Tuvimos que hacer una entrada por la parte de atrás del club, para que la gente no lo viera y se le tirara encima". Kuky Herrera, coproductor del show en San Juan

Las horas pasaban y la animación venía de la música que salía de los parlantes. Rodrigo, que debía presentarse pasada la medianoche, había actuado en Mendoza y estaba demorado. Entonces Herrera tomó su vehículo y salió a encontrarlo a la ruta para apresurar el trámite, en tanto que los músicos viajaban en una combi. 


Vestido de remera rosa, zapatillas, pantalones y campera de jean; y, aprovechando para descansar, el cantante subió al auto de Herrera e intercambió algunas palabras con el productor. "Hablamos un poco sobre San Juan y me dijo que no lo conocía mucho. Nosotros nos apuramos para poder decir por los micrófonos, mientras esperábamos a la banda, que él ya estaba en el predio", recordó el empresario que lo pintó como "un ganador" y "de carácter fuerte".


Haciendo gala de un estrellato que consiguió a mediados de los '90 -al apostar a una estética más cercana al rock, cambiando su larga melena por el cabello corto y de diferentes tonalidades, para salir de la tendencia de camisas coloridas características en el rubro-, finalmente "El Potro" llegó a la provincia. 


Mientras los músicos entraban y salían con sus instrumentos, el astro permaneció tranquilo, conversando, ausente ante las 8 mil almas que ya ansiosas coreaban su nombre. Y aunque aún no terminaba el cigarrillo que había encendido, con arrogancia se negó a cruzar unas palabras con este medio. 


Por fin, a las 4.40 de la madrugada, las luces se apagaron para recibir al también llamado "Príncipe del cuarteto cordobés". En medio de una ovación, abrió el fuego con Yerba Mala, sacudiendo el predio. Los fans ardieron de entusiasmo, agolpados a la barrera que separaba el escenario del público. Con el clima al rojo vivo, tras los primeros acordes de Cómo le digo, se iniciaron los desmanes. La hinchada, los guardias y la policía se enfrentaron en el campo, en tanto que otros fans prefirieron quedarse a verlo, evitando sumarse a la batalla. En esos minutos corrió la versión que todo ocurrió porque se habían infiltrado los custodios de seguridad de Rodrigo para lanzar gases lacrimógenos. 


Arriba del escenario, todo se mantuvo hasta que el público comenzó a lanzar todo tipo de elementos a los guardias y los policías. A punto de culminar Fuego y Pasión, una lata de gaseosa rozó a Rodrigo. La música se detuvo y él hizo una advertencia, serio: "Eh... paren de tirar cosas, digo esto porque el otro día tiraron un zapato y el show se terminó. Es una falta de respeto", expresó cortante. Sin embargo continuó la canción y dio paso a los hits 8.40 y Lo mejor del amor.


Pero a las 5.15, "un tarro de espuma" -recordó Herrera- golpeó el pecho del Potro. "Gracias por el tarro", ironizó, tratando de esquivar la seguidilla de piedras, latas y botellas de plástico. Y entonces cumplió su advertencia. En medio de un barullo de insultos y gritos que clamaban su nombre, abandonó lo que ya parecía un campo de batalla. 


Al mes siguiente Rodrigo marcó su propio récord al llenar en 13 ocasiones el Luna Park, vestido de boxeador en una imponente escenografía que semejaba un ring. Y en pleno esplendor, en junio, perdió la vida en la Autopista Buenos Aires-La Plata. Alfredo Pesquera fue imputado y luego absuelto por su supuesta responsabilidad en el accidente que sorprendió al fenómeno en la Ford Explorer en la que viajaba con Fernando -hijo de Alberto Olmedo, que también falleció-, su exmujer Patricia Pacheco y su hijo Ramiro (que tenía 4 años), además de otros colaboradores. 

> IMÁGENES DEL FINAL

 

Los gases que se arrojaron dejaron como saldo varias personas con irritación en los ojos y falta de aire, y una joven inconsciente en el piso, que debió ser asistida por la ambulancia de emergencias. En tanto que, cerca del escenario, el predio quedó inundado de botellas y tarros.