Después de quedarse con el premio Estrella de Mar 2019 al mejor espectáculo de humor, Roberto Moldavksy volvió este verano a Mar del Plata con su nuevo show "Reperfilado", con el que de jueves a domingos -y algunas funciones dobles o días extra incluidos- busca llevar a cabo su plan secreto: "Que la gente salga con dolor de panza de tanto reírse". Instalado en el podio de las obras más vistas de "La Feliz", el humorista no deja de sorprenderse por la masividad que alcanzó su propuesta y su personaje en los últimos años, que abordó en charla con Télam. 



-¿Ya se acostumbró a que le pidan una selfie?
- Me sigue sorprendiendo, pero es una parte que me encanta de esta historia. Hace muy poco que hago esto y me considero que soy medio parte del público, de ese grupo que todavía va a las boleterías. Yo nunca imaginé ni soñé esto. Nunca tuve en el mapa alcanzar algún tipo de masividad. 


- ¿Qué diferencias nota respecto del retorno que pueda recibir en la radio?
- En la radio vos suponés que a la gente le gustó lo que dijiste, y después te enterás si fue así o no. Te pueden festejar tus compañeros, pero vos no sabés lo que está ocurriendo. Acá es inmediato, y eso es mágico. 


- ¿Le sube la vara esa masividad?
- En un tipo de show como el nuestro, la cantidad de gente es a favor. Porque esa risa que viene multiplicada como una montaña es clave. El show tiene como un colchón de risa constante, que se arma y tiene picos. Todo eso nos ayuda, porque si no vuelve algo del público quedás en el aire. Al principio nos apabullaba la gente, ahora estamos como malcriados con eso.


- ¿Qué efecto busca generar en el público?
- Que no salgan iguales, que salgan con dolor de panza. A mí cuando me dicen que les duele la panza o la cara por haberse reído tanto, siento que cumplimos. Yo necesito que los que salen de acá les digan a otros que vengan. Y también tenemos reincidentes, entonces se da una situación de gente que vuelve, y eso nos obliga a renovarnos constantemente. 


- ¿El público turista es distinto al del resto del año?
- Es fantástico. Nosotros por la movida que tenemos en Capital, no logramos salir tanto de gira. Por eso el encuentro con la gente del interior es acá, y eso es mágico. El público está muy de vacaciones, muy predispuesto. Este encuentro lo estamos buscando hace mucho. 


- ¿Es complicado renovar el texto y desprenderse de las partes más rendidoras?
- Nosotros hacemos algo muy exigente al tener un show nuevo cada año. Renovar una hora y pico, con el monólogo y con la música, es mucho laburo. Y creo que ni siquiera haría falta, porque yo pregunto y de todos modos el 80% es la primera vez que me ve. Pero nosotros hacemos el esfuerzo. 


- ¿Se pone a pensar en qué significa que alguien pague para que lo hagan reír?
- Creo que es como garpar una terapia. Y ahí la exigencia es doble. Porque el que viene a ver un show de humor tiene una vara que tenés que alcanzar. Y hay otros ingredientes como que la salida teatral no es barata. Por eso la gente que viene a reírse y lo logra es tan agradecida. Siempre digo que ya que es tan terrible lo que a veces vivimos, que mejor vamos a reírnos de eso. Yo arranqué haciendo el humor judío riéndome de mi circuncisión, porque si lo llego a tomar en serio salgo a hacer un juicio penal. 


- ¿Hay temas vedados para el humor en la actualidad?
- Yo creo que la clave es la buena leche. De dónde viene el que te dice algo. Siempre se hablaba de que el humor judío lo podían hacer sólo judíos. Pero (Diego) Capusotto hace mucho y los judíos nos cag... de risa y lo amamos. Es que vos sabés que viene de un lugar muy copado, que transmite algo muy gracioso sin agredirte ni bardear. Yo tengo mucho cuidado con no agredir ni ofender, pero obviamente algún límite tengo que correr, porque no puedo contar lo mismo toda la vida.


- ¿Recibe cuestionamientos?
- Una minoría muy pequeña cada tanto me da un saque. Me escriben desde el anonimato, pero ahí ya te das cuenta de que seguramente ni me vieron. La vez pasada me agarró una señora en la calle y me dijo "pero vos, ¿de qué palo sos?". Y ahí ella comete un error, porque me está pidiendo a mí que le diga que soy de su palo así me viene a ver. Esa es la grieta artificial.


- ¿Por eso decidió hablar del tema en el cierre del show?
- Sí, porque creo que fue Dolina el que lo dijo "hay que tener cuidado con el tema del odio", porque parece una joda y después la gente termina peleada horriblemente. Yo me empecé a dar cuenta cuando empecé a hacer humor político, que gente me pedía que le pegara más a Cristina y menos a Macri o al revés. Y me di cuenta de que estamos atrapados. O que hayan llamado algunos para que aflojemos porque era plena campaña. Y para mí, si puede ser equilibrado genial, pero si no puedo, no me importa. Siempre el que está en el gobierno te da más material, porque toma medidas, tiene que comunicar más cosas. Pero el humor político se hace en todo el mundo hace mil años.