Premio Arte Sacro es un concurso de artes visuales de alcance nacional que, organizado por la Fundación La Santa Faz, tiene como fin "inspirar a artistas o motivarlos para profundizar y trabajar en temáticas de la fe católica" y distinguirlos con dos premios y menciones. El año pasado, en la premiación correspondiente a la primera edición (2021 - Tema: La Eucaristía), la mención de honor recayó en una iconografía del sanjuanino Fernando Loré, quien días atrás volvió a ser reconocido en el certamen, esta vez con el segundo premio de la convocatoria 2022, Tema: El Divino Niño. Luego de la evaluación realizada por el jurado -integrado por el Pbro. Eduardo Pérez del Lago, iconógrafo y restaurador, fundador de La Santa Faz; Elisa Solanet, curadora de arte contemporáneo; e Isabel Peña, artista visual y docente de la UNA- llegó la distinción para "Los asuntos de mi padre", que el artista realizó para la ocasión con la técnica usada por la iconografía bizantina y envió junto a la fundamentación solicitada.


"La idea de la obra es que el Niño tiene en sí mismo, desde su nacimiento, todo el proyecto de Dios, de la salvación del pueblo. En su mirada está la mirada del Padre", sintetizó el texto enviado (completo junto a la foto de la obra premiada).


"Los asuntos de mi padre", de 31 x 34 cm, es un temple al huevo sobre levskas, con pigmentos naturales. "La yema es el medio a través del cual el pigmento se deposita en la obra. Al ser proteína, seca y lo fija. La levskas es una madera entelada y arriba se prepara con doce capas de blancos, una mezcla de carbonato de calcio y cola de conejo. Es una técnica antigua, propia de la iconografía bizantina", detalló el único especialista y cultor de esa materia en la provincia. "Lo que cambió esta vez es que usé esa técnica tradicional pero con una imagen moderna. La imagen es un ícono también, porque se dibuja un niño de la manera que se hace en iconografía, la forma de la nariz, el ojo y todo eso... Pero a su vez, al ampliarle la mirada, hay otra propuesta allí, que es creación mía", se explayó Loré, que se ocupó de distinguir la iconografía dentro del arte religioso.

"La iconografía es una experiencia de pintura y oración. Mientras pintás, rezás; y rezás pintando". 

"Uno puede hacer esculturas o pinturas de la Virgen, de Cristo, de ángeles, por ejemplo; eso tiene que ver con arte religioso. La iconografía es una técnica y un concepto muy específicos de tradición muy antigua que, por ejemplo, usa elementos naturales en su estado más puro, no elementos químicos. La madera es lo más noble posible, trabaja con carbonato de calcio, los pinceles son de pelo de ardilla, muy suave; y los pigmentos son tierras, algunos minerales y vegetales", profundizó. "Además, en todo lo que es iconografía bizantina no importa quién pinta, sino lo que pinta, por eso las obras no se firman. Hay una intención manifiesta desde el origen, lo que busca es acercar lo sacro a la gente desde una mirada estética; que quien la mire trascienda la obra para conectarse con lo que representa, con la Divinidad", acotó. "Son todos principios que hay que observar para conservar esta tradición", declaró Loré, para quien este tipo de certámenes ayuda a la difusión y preservación del arte sacro. 


"Es una iniciativa que tiene varios objetivos muy buenos, como una intención de unir a los artistas del país que quieren mostrar la presencia de Dios a través de la belleza; y también pretende reconocerlos, por eso no está limitada a los primeros premios y nada más. Es un esfuerzo bastante importante el que hace la Fundación, con una muy buena intención, por eso quise participar", comentó Loré, que reconoció que no son muchos los salones, bienales o certámenes sobre este tipo de arte en el país.


"Hay muchos concursos, pero no de esta temática. Ahora justamente habrá una bienal de arte sacro contemporáneo en Recoleta, Buenos Aires", señaló. Sin embargo, consideró que esto no significa que no sea valorado. "No aparece como temática en certámenes, pero sí está metido en los museos de todo el mundo. En cualquier museo vas a encontrar un ícono o una imagen de la Virgen... eso sí está valorado, más allá de que quizás ahora se valoran otras cuestiones más conceptuales para los concursos", opinó Fernando, que se abocó a la iconografía hace mucho tiempo.


"Llevo más de 17 años con esto y 6 más profesionalmente", declaró quien tiene algunas obras en capillas, incluso en Milán (Italia), y que expuso en la Cripta de la Catedral, cuando fue reinaugurada.


¿Qué lo atrapó? "La iconografía es una experiencia de pintura y oración. Mientras pintás, rezás; y rezás pintando. Es un modo de oración contemplativa donde unís lo espiritual y lo artístico, y eso es lo que más me apasiona de esta propuesta. Yo buscaba esta unión de lo espiritual con lo artístico y la encontré en la iconografía", manifestó Loré. "Es una expresión que viene de antaño, de los primeros cristianos, que trasciende el momento presente y a la persona que lo pinta", concluyó.

  • Fundamentación de la obra premiada

"¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc.2,49)


Jesús Niño mira al Padre y en su mirada se ve reflejada la historia de salvación para su pueblo a través de Él. Mirada de ojos abiertos, receptivos, comprensivos, amorosos.


A medida que "iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres" (Lc.2,52). Él llevaba desde su mirada hacia su corazón la misión salvadora pensada por Dios. 


Este ícono, realizado con la técnica tradicional pero moderno en su imagen, intenta penetrar en el misterio de la mirada de Jesús Niño, recogiendo los momentos centrales de la fe cristiana. El Nacimiento, con su Madre recostada en actitud de recogimiento y contemplación acogiendo a su Hijo; y la mano de José sosteniéndolos con ternura. La estrella que guía y anuncia al mundo entero la llegada del Salvador. La Cruz que atraviesa a María y la realidad humana, la muerte. "A ti misma una espada te atravesará el corazón". (Lc.2,35). La gruta, lugar de doble nacimiento: misterio de Natividad y certeza de tumba vacía, que anuncia la Resurrección expresada en la mano llagada de Cristo que sostiene y da sentido a todo el misterio. La paloma, símbolo del Espíritu que abraza y está presente en cada momento.


Este ícono propone una doble lectura: Desde el centro de la pupila hacia fuera, como proceso cronológico de salvación; y desde la mano resucitada hacia el centro, como lectura salvadora de la vida de todos.


En la línea del dibujo y pintura notamos la forma del rostro del Niño, y en la esquina superior derecha está su Nombre: IC XC, dejando claro quién mira y a quién pertenece esta mirada.