Fue el segundo álbum de estudio de Charly García y lo compuso mientras paseaba en Nueva York, donde "todo inspiraba", dijo alguna vez. Iba a llamarse Nuevos trapos (como uno de los temas), pero vio una pintada en una pared de Walker Street y Cortlandt Alley, con una figura humana "como la que pintaban acá de los desaparecidos" -supo contar- y la frase "Modern Clix" y no dudó en tomarlos como título y portada, con él sentado en la vereda, apoyando la espalda en ese muro donde mañana inaugurarán un cartel que identificará a esa equina como la "Charly García corner". Clics Modernos vio la luz apenas unos días después de recuperada la democracia en Argentina. Desde lo musical, una bestialidad. Desde las poesía, mucho para decir, con su personalísimo estilo. Tremendo clic que agitó y marcó al rock nacional... y al de más allá también.

A 40 años de su publicación, nueve músicos y cantantes locales convocados por DIARIO DE CUYO, admiradores confesos de Charly, hacen una lectura personal de los nueve temas que atesora este disco que sigue haciendo historia.

Nos siguen pegando abajo (Pecado mortal)

Soledad Arranz

Es una de mis preferidas, expresa una realidad contextual triste, pero a la vez con su ritmo y fuerza nos eleva con una energía hermosa. Charly tenía la habilidad de poder expresar sarcástica y poéticamente algo que la sociedad no pudiera entender fácilmente, obviamente porque nos ubicamos, como decía, en un contexto de dictadura y censura y la mayoría de las canciones de este álbum hacen referencia a eso. A nivel compositivo es increíble, la matemática y la sonoridad, incorporando mezclas de rock, pop; muchos sintetizadores, las líneas de bajos y su voz potente en su máxima expresividad. 



No soy un extraño


Lito Cantoni

Charly García, que conoció el exilio durante la dictadura militar argentina, se fue a New York donde grabó Clics modernos. La canción comienza así: "Acabo de llegar, no soy un extraño. Conozco esta ciudad, no es como en los diarios desde allá...". En cierta forma, esta canción refleja para mí la realidad social de la dictadura militar y lo que él sufrió de alguna u otra forma al tener que dejar su tierra natal. En fin, espero que los carceleros de la humanidad no nos atrapen dos veces con la misma red.


Dos, cero, uno (Transas)

Josué Astorga
Describe lo que vive el músico en su cotidianeidad. Se lo tilda de haberse vendido si se corta el pelo o deja de protestar, cuando en realidad la tarea es ardua, ya que requiere adaptarse tanto a las pretensiones del público, la tendencia e incluso las exigencias de la industria. El público entiende, de manera errónea que, por conseguir logros económicos dejamos de correr riesgos. Mi interpretación de lo que Charly quiso decir con la repetición de "transas" alude a la idea de hacer tratos con la industria y la dificultad constante de equilibrar la expresión artística con el éxito musical.



Nuevos Trapos

Matías Peralta 
Se percibe la frescura new wave que Charly le impregna a todo el disco. Las semillas germinales de la electrónica y del hip hop naciente se hacen presentes mediante la polirritmia entre máquinas y sonidos tocados. El pulso de la canción contrasta con cierta tensión armónica que ilustra una Argentina en la que comienza a florecer la primavera democrática pero en la que todavía se respira cierta tensión. Narra una historia entre dos personas que han compartido el miedo y la soledad, pero que ahora buscan amor y reconocimiento aunque tengan que dejar atrás diferencias para conectar desde un lugar más universal y genuino.



Bancate ese defecto 

Lore Esbry
¡Cuando era adolescente me pegaba mucho porque plantea la autoaceptación de la manera más cool! Y como siempre, la letra súper vigente con los tiempos que estamos viviendo, pudiendo establecer así un paralelismo entre esa época y ahora, mencionando la superficialidad de modificar nuestros cuerpos por un like o el bullying que se sufre por no poder cumplir con los cánones de belleza establecidos, ¡cuando sería mucho más fácil aceptarse celebrando nuestras diferencias y abrazar nuestras personalidades únicas! Letra con un sarcasmo inteligente y eternamente adolescente. 



No me dejan salir


Cande Mallea

Parte de un disco muy revolucionario, es un tema muy moderno, como dice el nombre del álbum. Charly trabaja el minimalismo y la polirritmia que se genera entre los sonidos de instrumentos tradicionales con el boom del momento, los "samples". La letra reivindica su espíritu rebelde y la necesidad de expresarse libremente, mediante la música en su caso, ya que esperaban que respondiera acorde a lo que la industria musical esperaba. Entiendo esa necesidad de liberación en un aspecto más amplio: el sentirse verde como la inmadurez que genera la rigidez de pensamiento, que debe romperse para dar paso a algo nuevo.



Los dinosaurios


Carli Pereyra

Es sumamente exquisita, con una compleja armonía de séptimas y novenas. Sin dudas Charly reflejó todo lo que ocurría con la dictadura y lo doloroso que fue perder a tantas personas. Evidentemente no había un nexo entre los representantes a nivel político y el arte, y sumado a la poca libertad de expresión llevó a crear obras con un tipo de mensaje oculto desde la poesía para poder expresar lo que sentían. Sigue siendo una metáfora vigente y es uno de los clásicos que a más de uno le humedece los ojos. Por suerte, los dinosaurios desaparecieron.



Plateado sobre Plateado (Huellas en el Mar

Fernando Aguilera

Es una de las canciones más comprometidas del disco. Con arreglos complejos, con matices propios de otras épocas de Charly, es un tema que inevitablemente me remite a la etapa de Serú e inclusive a la Máquina de hacer pájaros. A este tipo de obras me gusta escucharlas mil veces, tratar de desmenuzarlas, pero también hago el ejercicio de leer lo textual, porque muchas veces con la musicalización hay mensajes que pasan de largo y este tema en particular no tiene un renglón para perderse, sin dudas motorizado por los exilios de muchos de sus compañeros.



Ojos de video tape


Ale Segovia

Es mi favorito. Armónicamente me parece una genialidad. Tiene una estructura muy García y el piano y los teclados son exquisitos. La letra, a pesar de parecer en partes un delirio con frases hasta incoherentes (o al menos inentendibles para mí) transporta a un clima de melancolía; siempre me imaginé a un tipo triste, mirando la valija sobre el diván. Como que tiene que irse y no de vacaciones precisamente. Siempre lo relacioné con el exilio, tema recurrente en el disco. 


El riesgo, siempre

Por Diego Castillo
Prosecretario de Redacción
DIARIO DE CUYO


Charly ya era Charly. Ya era la institución del rock nacional, ya había hecho y deshecho las bandas eternas, ya se había lanzado como solista, ya marcaba el camino. Tenía frente a él, en la crítica, en la opinión pública, en los fans, en el oscuro poder político que se restregaba las manos con la (¿naive?) intención de usarlo, el cómodo y tentador sillón de laureles destinado a los triunfadores. Pero Charly, que ya era Charly, eligió el riesgo. Otra vez. Desdeñó la gloria, pateó el letrero de dios burgués de los hitazos pop y se fue a Nueva York, con la excusa de comprar instrumentos para mejorar la técnica del sonido, pero con el verdadero motivo de huir del acostumbramiento. El clima social en Argentina no ayudaba, hay que reconocer, en las postrimerías de una dictadura que lanzaba manotazos de ahogado. El mundo tiraba para abajo, y él no quería estar atado a nada. Entonces voló, vio sus huellas en el mar y se encontró con aquellos nuevos trapos que necesitaba para renacer. El riesgo valía la pena, ese salto estaba condenando a todo el rock argentino de entonces a ser el pasado. Se venía la nueva era, la de los clics realmente modernos.

En la Gran Manzana, Charly compró teclados y sintetizadores, y metió en la música su furioso caballito de Troya: su amada Rucci, la Roland TR-808 Rhythm Composer con la que sampleó a James Brown y cambió el sonido rítmico vernáculo a cachetazos. El disco que estaba amasando se adelantaba varias décadas. A la contundencia de Rucci le sumó polirritmia, cadencia tanguera, armonías de séptimas y novenas; suprimió las terceras para que sus acordes sobrevolaran la ambigüedad entre la alegría y la melancolía. Cambió, reventó, modernizó todo. Estaba haciendo historia, y lo sabía. Ya había pagado el precio del riesgo, ahora venía a reclamar su recompensa, con un disco revolucionario bajo el brazo.

Yo iba a primer grado cuando Charly construyó su epopeya neoyorquina y crecí al cobijo de sus canciones. Me pasó lo mismo que al país: Charly se convirtió en el soundtrack de mi vida. Hoy tengo 46 años, dos hijos, mucha historia encima, y no hay coraza que me absuelva de temblar con Los Dinosaurios, de mover la patita con No me dejan salir, o de llorar sin horizonte cuando escucho, desolado y fragmentado, los versos demoledores (y tan actuales que aturden) de Plateado sobre plateado.