En aplauso cerrado y varias personas de pie. Así terminó la función del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín el viernes último en el Teatro del Bicentenario. En la penúltima velada del año de Mozarteum San Juan, los 14 bailarines del destacado cuerpo porteño que hoy lidera Ana María Chinneti, brillaron en escena. La compañía, que hasta el año pasado integró como figura estelar la sanjuanina Victoria Balanza -que esta vez aplaudió entusiasmada desde la platea a sus excompañeros-, presentó tres obras que integran su repertorio habitual, de estilos diferentes, con las que mostraron técnica, precisión y calidad interpretativa.


El programa fue in crescendo. Comenzó con la alegría, sensualidad y el cortejo en clave de jazz, con Vibraciones, una obra estrenada el año pasado, con coreografía de Elizabeth de Chapeaurouge y música original Nicolás Di Lorenzo, con la que la prestigiosa agrupación inició su descollante actuación aquí, por primera vez en el Bicentenario y tercera en la provincia. Luego, en Cuatro estaciones de Buenos Aires, con música de Piazzolla, la puesta se volvió contundente. Los bailarines parecían fusionarse con la partitura del genial compositor. Los sonidos parecían brotar de los bailarines. Cuerpos e instrumentos eran uno, en una interpretación vibrante. Promediaba el espectáculo y aún faltaba la frutilla del postre.

Fuerza. Las cuatro estaciones porteñas.


Con el Bolero de Ravel, el Ballet San Martín impactó a los espectadores. La versión de la destacada Ana María Stekelman dejó al público sin capacidad para emitir sonido mientras duró y estallaron en aplausos al final. La energía que emanaba el conjunto inundó la sala, en una puesta diferente a la coreografía que inmortalizaron Jorge Donn o Maia Plisétskaya, que suma algunos fragmentos de zapateo de malambo, fusionados perfectamente con la creación del francés. Incluso el vestuario creado por Renata Schussheim sumó a la hora de lograr un efecto hipnótico, intensificado cuando se movían por ejemplo a través del escenario como una muralla sin fin, mientras que algunas de las parejas sumaban algunos pasos de tango.

Impacto. La versión del Bolero de Ravel fue aplaudida.


Fue una noche disfrutable desde todos los aspectos, el ballet en conjunto y en los solos. Para esta función compusieron la delegación del ballet porteño Sol Rourich, Flavia Dilorenzo, Eva Prediger, Silvina Pérez, Paula Ferraris, Melisa Buchelli, Lucia Bargados, Benjamín Prada, Boris Pereyra, Adriel Ballatore Crosa, Michael Requena, Darcio González, Lautaro Dolz y Rubén Rodríguez. Destacable fue la actuación de Rourich, una de las figuras del San Martín. La entrerriana de 34 años, que viene de bailar en el Bolshoi y el año pasado recibió el Premio María Ruanova (galardón que inmortaliza a la bailarina sanjuanina), brilló también en el escenario con sobrada muestra de talento que el público local reconoció y retribuyó en cada cuadro con encendidos aplausos, en una noche para recordar.
 
Maxi Huyema