Tras unas agónicas y maratonianas negociaciones, el mundo puso ayer rumbo en Durban (Sudáfrica) a un nuevo e histórico pacto climático con el beneplácito de EEUU y China, los mayores contaminadores del planeta.

La XVII Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático (COP17), donde debería haber caído el telón oficialmente el pasado viernes, concluyó la pasada madrugada con un acuerdo alcanzado in extremis. La reunión de Durban, que arrancó 28 de noviembre, batió un récord al convertirse en la COP climática más larga de la historia, debido a las discrepancias entre las grandes potencias y la incapacidad de Sudáfrica para agilizar las negociaciones y tender puentes de entendimiento.

Al final, EEUU y China, considerados los ‘malos de la película‘, cedieron y se subieron al carro de los más de 190 países que aprobaron la Plataforma de Durban para la Acción Reforzada. Ese paquete incluye un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto para reducir gases de efecto invernadero, que expira al final de 2012 y que ahora se prolongará hasta 2017 o 2020. Según críticos el plan no es lo bastante agresivo como para frenar el calentamiento global.